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Costa Rica, al rescate de su endémico y amenazado mono tití

El mono tití o mono ardilla, el primate más pequeño y amenazado de Centroamérica, ha visto en los últimos años cómo, gracias al esfuerzo de la comunidad de Quepos, en Costa Rica, su hábitat se ha ido recuperando y su población creciendo poco a poco.

La subespecie de tití Saimiri oesterdi citronellus es endémica del Pacífico central de Costa Rica, mientras la Saimiri oesterdi oesterdi, habita únicamente en el Pacífico de Costa Rica y de Panamá, lo que les hace especiales, y a la vez un gran reto para su conservación.

Este pequeño y esquivo mono fue declarado en peligro crítico de extinción en 1996, y desde 2008 se redujo un poco su categoría a peligro de extinción.

Esto motivó la creación en 2001 de la Alianza para la Conservación del Tití (Titi Conservation Alliance), integrada por dueños de fincas, empresarios, escuelas, voluntarios y ambientalistas.

La Alianza trabaja en el Pacífico central de Costa Rica, especialmente en la zona de Quepos, provincia de Puntarenas, donde se encuentra el Parque Nacional Manuel Antonio, uno de los más visitados del país centroamericano y catalogado entre los más bellos del mundo.

El ingeniero forestal y miembro de la alianza Juan Pablo Agüero explicó a Efe que con el auge de las compañías bananeras en las décadas de 1940 y 1950 y la deforestación que eso supuso, el hábitat del mono tití citronellus prácticamente se redujo al mínimo y con ello sus poblaciones.

En el año 2006 había solo 1.500 individuos de esta subespecie, pero se calcula que en los últimos años ha habido una notable recuperación que aún debe ser confirmada científicamente.

Esto se debe, en gran parte, al trabajo de la Alianza que ha logrado reforestar poco a poco la zona y consolidar un corredor biológico para el hábitat del tití.

En 2010 este grupo ya había plantado 40.000 árboles de 52 especies nativas en Quepos y para 2014 la cifra ascendía a 60.000 árboles, para un total de 22.731 hectáreas de corredor biológico.

Esto ha sido posible gracias a la colaboración de 34 propietarios de fincas que se han unido al programa de reforestación en sus terrenos, a las donaciones de empresarios y turistas, así como al trabajo voluntario de expertos y ambientalistas.

El mono tití se ha convertido en el animal emblema o bandera de la zona de Quepos y del Parque Nacional Manuel Antonio, y a los esfuerzos se ha unido la comunidad, que les rescata cuando están heridos y los llevan a refugios.

También los empresarios han colocado cuerdas que cruzan las carreteras desde lo alto de los árboles para que los monos y otras especies se movilicen con seguridad, mientras el Instituto Costarricense de Electricidad ha colocado materiales aislantes y dispositivos especiales en el tendido eléctrico para evitar que los animales mueran electrocutados.

El tití costarricense es una especie que se mueve en tropas de entre 30 y 70 individuos, y habita en bosques secundarios entre los 0 y los 500 metros sobre el nivel del mar, por lo que el Pacífico Central es un sitio ideal para ellos.

Se le llama también mono ardilla debido a su cola peluda que se asemeja a la de ese otro animal, y no es prensil como la de otras especies de primate, si no que la utiliza para obtener balance mientras se mueve rápidamente por los árboles.

"El tití se alimenta de frutas, hojas e insectos. Juega un papel muy importante en la naturaleza para dispersar semillas", explicó Agüero.

Según el experto, hay una teoría que dice que los tití eran criados como mascotas por las culturas precolombinas hace miles de años y que de esa forma pudieron haber llegado a Costa Rica y Panamá procedentes de Suramérica.

El tití evolucionó en el Pacífico central de Costa Rica en la subespecie Saimiri oesterdi citronellus, endémica de la zona, y se diferencia de la Saimiri oesterdi oesterdi, principalmente, en el color más claro del pelaje de la cabeza.

Las principales amenazas que afronta el primate más pequeño de Costa Rica, dijo Agüero, son la pérdida de su hábitat y el uso de plaguicidas en la agricultura, lo que poco a poco ha ido disminuyendo debido a una mayor conciencia ambiental de los costarricenses.