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Una "droga inteligente" podría resultar adictiva

CHICAGO (AP). Una llamada "droga inteligente" que es popular entre la juventud podría conllevar un mayor riesgo de adicción de lo que se suponía, sugiere un estudio reducido del gobierno.

Escanogramas de diez varones saludables revelaron que el fármaco bajo receta Provigil causa cambios en el centro de placer del cerebro, de manera muy similar a los estimulantes clásicos que pueden formar hábito. Madafinil, su nombre genérico, es usado a veces por estudiantes universitarios de manera ilegal para ayudarles a estudiar.

"Sería maravilloso si uno pudiese tomar un remedio y ser más inteligente, más veloz o tener más energía", dijo la Dra. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas, que dirigió el estudio junto con un científico del Laboratorio Nacional de Brookhaven. "Pero esos son cuentos de hadas. Actualmente no tenemos nada que produzca esos beneficios sin efectos secundarios".

El estudio, que se publica el miércoles en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (Journal of the American Medical Association), podría echar por tierra con el mito de que el fármaco es seguro para la gente saludable, dijeron expertos.

Provigil está aprobado para tratar un sueño diurno excesivo causado por la narcolepsia. En el mercado desde 1999, es el producto central de Cephalon Inc. de Frazer, Pensilvania, y sus ventas superaron los 1,000 millones de dólares el año pasado. La compañía está desarrollando un derivado llamado Nuvigil.

La reputación de Modafinil como ayuda para el cerebro deriva de un estudio de la Fuerza Aérea que halló que mejoraba el desempeño de los pilotos de guerra privados de sueño. Los estudiantes universitarios lo compran y venden ilegalmente, al igual que Ritalin y Adderall, para mantenerse lúcidos mientras estudian.

Varios científicos escribieron recientemente en la revista Nature que la gente saludable debería tener el derecho a impulsar sus cerebros con píldoras como Provigil. Una autora de ese comentario, la experta cerebral Martha Farah de la Universidad de Pensilvania, dijo que el nuevo estudio "demuestra que necesitamos un poquito de precaución y de humildad cuando manipulamos la química de nuestro cerebro".