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Empleadas domésticas en Brasil son cada vez menos y mejor pagas

SAO PAULO (AFP). Son cada vez menos y sus servicios cuestan cada vez más caros: millones de empleadas domésticas en Brasil han mejorado sus condiciones a la par del boom económico, pero el 70% permanece en la informalidad en este país que abolió la esclavitud hace 125 años.

Jacinta Gois cambió hace dos décadas su natal Salvador de Bahía por la rica ciudad de Sao Paulo para trabajar como empleada doméstica. Tenía 17 años, un hijo, muy baja escolaridad y buscaba mejores oportunidades fuera del empobrecido nordeste brasileño.

"Primero trabajé interna en casa de familia, pero lo dejé cuando me trataron mal. Ahora voy a cinco casas distintas en la semana y aunque es mucho más duro, se gana más dinero", explica a la AFP esta mujer negra que viaja unas dos horas cada día desde los suburbios de Sao Paulo para llegar a su trabajo.

Sexta economía mundial y primera de Latinoamérica, en Brasil hay 6,1 millones de mujeres que trabajan en el servicio doméstico, un 15% de todas las mujeres trabajadoras de Brasil, la tercera mayor ocupación del país, según la última encuesta nacional del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, oficial) de 2011.

Dos años antes, eran 6,7 millones, un 18% de la fuerza de trabajo femenina y la primera ocupación para las mujeres.

Gois gana unos 700 dólares mensuales en un país donde el sueldo mínimo es de 350 dólares, pero no tiene contrato ni protección social.

"El cuadro general del trabajo doméstico es de gran precariedad. Emplea sobre todo a mujeres negras y en un 70% de los casos es informal, o sea, sin derechos para el embarazo, la enfermedad, sin garantías de empleo ni de jubilación", señala a la AFP Natalia Fontoura, investigadora en temas laborales del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea).

Demanda en alza

En la última década unos 50 millones de brasileños salieron de la pobreza para integrar las filas de la dinámica clase media, que abarca a casi la mitad de la población de 194 millones.

Desde 2003, los ingresos de las empleadas han subido un 53% por encima de la inflación, el doble del promedio de los demás trabajadores, según datos del IBGE difundidos el miércoles por el diario O Globo. En el pasado mes de enero, su salario fue el que más aumentó (6%) entre todos las ocupaciones.

Con el nivel de desempleo en mínimos históricos (5,5% en 2012), muchas mujeres prefieren buscar trabajo como vendedoras de tiendas, supermercados o en otros servicios.

"Fui empleada doméstica pero ahora soy asistente de cocina en un hospital. No gano mucho más, pero quería cambiar. Y ahora estoy haciendo un curso de auxiliar de enfermería", contó a la AFP María Rodrigues, de 47 años.

"El mercado del empleo doméstico tiene una demanda alta y creciente. Los salarios están subiendo y la formalización, aunque lentamente, ha aumentado", comenta la AFP Jose Pastore, profesor de la escuela de Economía de la Universidad de Sao Paulo (USP) y especialista en el mercado de trabajo.

"La economía brasileña está madurando y el trabajo doméstico vivirá cambios. Se volverá más profesional, más escaso y más caro", señaló a la AFP Luciana Rega, responsable de un curso de capacitación para empleadas domésticas.

Costumbres de la esclavitud

El trabajo de niñera siempre ha sido más valorado que el de la limpieza y muchas empleadas hacen cursos de enfermería u otras capacitaciones para dedicarse al cuidado de los niños.

"La niñera tiene una carga horaria mucho mayor que la empleada, pero gana en promedio cuatro sueldos mínimos (o unos 1.200 dólares mensuales). Y es un mercado con mucha demanda", señaló a la AFP Nesci Vidal, dueña hace 30 años de una agencia de empleos en este rubro.

Un proyecto de reforma constitucional que estipula una carga horaria semanal de 44 horas para las empleadas domésticas, pago de horas extra y seguro de desempleo aguarda su aprobación en el Senado.

"No podemos mantener las costumbres que vienen desde la esclavitud", señala la diputada Benedita Silva, del oficialista Partido de los Trabajadores (izquierda) y primera senadora negra de Brasil.

Brasil, con 52% de su población negra o mulata, fue uno de los últimos países del mundo en abolir la esclavitud en 1888.

"La élite brasileña está acostumbrada a ser servida y eso es un rastro de la esclavitud", comenta Fontoura. "Las exesclavas pasaron a ser empleadas domésticas, porque como mujeres pobres ésa fue su forma de inserción", añadió.

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