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Los "Cars" de Disney giran el volante hacia el espionaje

Madrid (EFE). Después de recorrer circuitos domésticos en su primera entrega, los "Cars" de Disney y Pixar se abren al mundo y se ven envueltos en una intriga de espionaje en su secuela, en la que han participado los técnicos españoles Eduardo Martín Julve y Juan Carlos Navarro.

Julve, director técnico de iluminación, y Navarro, animador, han presentado hoy en Madrid esta cinta que, bajo la dirección del pionero en la animación digital, John Lasseter, y con las voces en la versión original de Owen Wilson, Emily Blunt y Michael Caine, llega precedida por 80 millones de dólares (116,1 millones de euros)en menos de una semana de exhibición en Estados Unidos.

"En la primera película, Rayo McQueen y Sally tenían una secuencia en un cine de estos americanos al aire libre y era una película de coches con espías. Entonces vieron el potencial", explica el director técnico de iluminación, cuyo mayor reto en la película ha sido recrear la ciudad lumínica por experiencia, Tokio, para una carrera de coches.

"Además, durante la promoción internacional de 'Cars', se preguntaron '¿qué pasaría si nos los lleváramos de paseo por todo el mundo?'", prosigue. Y así, además de la capital de Japón, también son escenarios de esta intriga internacional París, Londres y un híbrido de Mónaco y Amalfi, creado por ellos mismos, llamado Porto Corsa.

Y como hilo argumental de la trama se desarrolla una intriga en la que los intereses petrolíferos juegan un papel fundamental.

"Es una manera muy divertida de sacar a estos personajes que ya conocemos, sacarlos a otro entorno y meterlos en situaciones divertidas de acción, con mucha comedia", explica Navarro.

Efectivamente, como es habitual en el cine de animación, el mensaje emocional acaba primando, y "Cars 2" no deja de ser la historia de dos amigos -el piloto McQueen y su ayudante, la vieja grúa Mate- que discuten por lo profesional pero tendrán que reconciliarse apelando a los valores importantes de la vida.

Eso no quita para que cada animador haya tenido que meterse en la piel -o en la chapa, mejor dicho- de un automóvil, Y el resultado salta a la vista en la espectacularidad de cada secuencia de carreras, aunque también requiere agudizar la vista y estar atento a los detalles.