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Day-Lewis, a hacer historia con una despedida y un posible cuarto Óscar

La experiencia de rodar "Phantom Thread" dejó a Daniel Day-Lewis tal pozo de tristeza que ha decidido abandonar la interpretación, pero las elogiosas críticas que ha recibido por su espectacular trabajo podrían endulzar su retirada con el cuarto Óscar de su carrera.

"Si esta es su despedida, es de diseño, elegante y exuberante", dice el New York Daily News. Un Daniel Day-Lewis que, según otros críticos, traza el arco de su personaje "con un dominio majestuoso" y compone "una sinfonía de estados de ánimo: sardónico, melancólico, inspirado e impaciente".

Una interpretación "brillante", de un "maestro" que se retira "con estilo" y que deja para la historia un trabajo "rico, indeleble y en ocasiones maravillosamente repugnante".

Elogios para Day-Lewis y para el filme dirigido por Paul Thomas Anderson, que se estrenó ayer en Estados Unidos, pero que opta solo a dos Globos de Oro, a mejor música y mejor actor en una película dramática.

Unos premios que, en el caso de la interpretación masculina, suelen ser un adelanto exacto de lo que va a ocurrir en los Óscar.

Hijo del poeta Cecil Day-Lewis y la actriz Jill Balcon, Day-Lewis debutó a los 14 años en "Sunday, Bloody Sunday" (1971), aunque verdaderamente llamó la atención de los críticos fue con sus trabajos en "My Beautiful Laundrette" y "A Room With a View".

El intérprete de "The Last of the Mohicans" o "The Age of Innocence" se caracteriza por ser tremendamente selectivo con las ofertas de trabajo que acepta, por su versatilidad y su obsesiva preparación de los personajes.

En su última película, "Phanton Thread" Day-Lewis, de 60 años, da vida a un diseñador de moda en el Londres de los años cincuenta, un hombre frío y maniático, que comienza una relación con una joven camarera, un papel en el que brilla la luxemburguesa Vicky Krieps en su debut en el cine estadounidense.

Una película cuyo complejo rodaje llevó al actor irlandés a decidir que se retiraba de la actuación. Y asegura que esta vez es la definitiva, después de que en 1999 se alejara de los escenarios para aprender el oficio de zapatero artesanal en Florencia (Italia).

En aquella ocasión, Martin Scorsese le convención para regresar con "Gangs of New York" (2002), que le valió su tercera nominación al Óscar -tras ganar uno por "My Left Foot" (1989)-.

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