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Guillermo Del Toro, la sensación de los festivales

Si algo quedó demostrado en el Festival Internacional de Cine de Toronto, es que Guillermo del Toro puede meterse toda una sala en el bolsillo.

Durante el estreno de su probable candidata al Oscar “The Shape of Water” (“La forma del agua”), el alegre director mexicano tuvo a la audiencia del Teatro Elgin a sus pies, tanto por la magia de su romance con monstruos como por su pícara sinceridad al discutir la relevancia política del filme (proclamaciones como “hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande”, dijo, son un “falso recuerdo” de la segregación de principios de los años 60 en los que transcurre su película) y el cariño que siente por su ciudad adoptiva de Toronto.

“Me identifico con Canadá”, dijo Del Toro, cuyos ojos amables y traviesos están enmarcados tanto por la montura de sus lentes como por su frondoso físico. “Me identifico con el lomo canadiense”.

“The Shape of Water”, que Fox Searchlight lleva a salas de cine comerciales el 8 de diciembre, ha sido un indiscutible éxito en el circuito de festivales: el fin de semana se alzó con el máximo honor en el de Venecia. Protagonizado por Sally Hawkins como una mujer muda que se enamora de un monstruo marino cautivo, el filme es un hermoso homenaje a afuereños de todo tipo, un mensaje que ha sido recibido por sus primeros espectadores como vital y relevante.

Poco después de volver a Toronto con su León de Oro, Del Toro se sentó a conversar sobre su perdurable afecto por los monstruos, el cine, y el agua.

AP: ¿Por qué cree que su película ha resonado tanto?

Del Toro: En los últimos años, y no creo que esto haya empezado hace dos años, hemos visto al mundo oscilar en el péndulo en la dirección incorrecta. Esto causa gran desesperación y el corazón de la película es tan sincero que a veces lo más impactante en este mundo es la sinceridad. Hay algo que te toca. Es como cuando conoces a alguien que simplemente existe, que es muy real y que está presente. La cinta está muy presente y habla con el corazón en el sentido de que no es, sin remordimientos, una película regular.

AP: ¿Cómo se enamoró de los monstruos?

Del Toro: Me sucedió de niño. Todos los domingos en mi ciudad natal, el Canal 6 transmitía maratones de películas de monstruos. Así que vi “Conquistaron el mundo”, “La novia de Frankenstein”, “El monstruo de la Laguna Negra”, “El hombre increíble”, “Los monstruos de Piedra”. Vi “El cuervo”, “El gato negro”, “El profanador de tumbas”. Todos los domingos. Iba a la iglesia, y veía a estos monstruos. Se volvieron casi una iconografía. Frankenstein para mí es un mesías crucificado por sus pecados. Se convirtieron casi en figuras paganas sagradas.

AP: ¿Por qué se identificaba con ellas?

Del Toro: Noté que me sentía fuera de lugar desde que era muy joven. Hablo de cuando tenía 2, 3, 4 años. Vi a estas criaturas y pensé: yo soy como ellas, yo soy eso. Una Navidad me hice una herida en la frente y no quería que sanara por completo para tener la cicatriz de Frankenstein. Cuando el actor es maravilloso, como en el caso de Boris Karloff, que le dio tanta vulnerabilidad al personaje, se crea esta paradoja de que aquello que debería asustarnos despierta en nosotros amor y compasión. Y eso es esencialmente lo que yo hago.

AP: En esta película usa el agua de una manera muy evocadora, y ha comparado el agua, que puede fluir en cualquier parte, con el amor.

Del Toro: Es un elemento que me embelesa. Mi físico no lo demuestra, pero soy un gran nadador y un gran buceador. Buceo desde que era niño, casi entro en una competencia. Mi familia tenía una alberca y a veces pasaba tardes enteras, semanas enteras en el agua. Otros niños sueñan que pueden volar; mi sueño recurrente es que puedo respirar bajo el agua.

AP: ¿Cree que las películas podrían tener un poco más de magia?

Del Toro: Con suerte la magia principal que pueden invocar es el cine. Esta es una película enamorada del amor y enamorada del cine. Está rodada como un musical, del modo en que la cámara se mueve como en una película muy clásica. Es una historia de amor entre un hombre anfibio y una mujer, filmada por Douglas Sirk con números musicales y un thriller de la Guerra Fría.

FUENTE: AP