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Barry Gibb tiene miedo a la muerte

El incombustible Barry Gibb ha aprovechado su última intervención pública para sincerarse abiertamente del "terror" que siente ante la idea de perder la vida en cualquier momento, un temor que no solo se explica por su avanzada edad, 70 años, o por el hecho de haber sobrevivido a tres de sus hermanos -Maurice, Robin y Andy, con quienes saltó al estrellato gracias a su grupo The Bee Gees-, sino también con su convicción de que cualquier imprevisto o distracción podría conducirle hasta una trágica muerte.

"A día de hoy, evito hasta tener que calentar agua. También evito encender cualquier tipo de fuego. Una vez mi hermana tuvo un accidente con el fuego y fue una de las experiencias más aterradoras que hemos vivido. Soy plenamente consciente de que cualquiera de estas cosas puede resultar fatal", reveló el artista estadounidense en conversación con el periodista Piers Morgan.

En los últimos años, Barry ha hecho todo lo posible por llevar una existencia placentera y carente de peligros, manteniéndose al margen de actividades recreativas como la de acudir a un parque de atracciones y cumpliendo escrupulosamente los límites de velocidad en cada uno de sus viajes en coche.

"No es solo el tema de la edad, es la certeza de que cualquier cosa nos puede sacar de este mundo sin previo aviso. Ya no hago cosas como montar en una montaña rusa, por ejemplo, y soy una persona que se toma muy en serio las medidas de seguridad. No conduzco rápido, y la verdad es que, teniendo en cuenta lo efímera que es la vida, no sé cómo estoy todavía aquí. Me pone muy nervioso ante cualquier circunstancia que entrañe riesgo alguno", explicó en la misma conversación.

Al margen de la profunda inquietud que siente ante la fugacidad de la vida humana, lo cierto es que el intérprete también ha tenido tiempo de empezar a planificar su jubilación, una decisión que se hará efectiva dentro de pocos años y que, entre otras razones, se ha visto motivada por su progresiva pérdida de capacidad auditiva.

"Mi oído ya no es lo que solía ser y ahora me veo obligado a llevar un dispositivo auditivo todo el día. La mayoría de los músicos acaban sufriendo problemas de este tipo por culpa de la tecnología, por todos esos artilugios que tenemos que llevar en las orejas. Con el paso de los años, este trabajo daña gravemente los oídos porque los auriculares que llevamos están muy cerca del tímpano", argumentó.

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