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La "bravísima" Bartoli rinde a Madrid con las armas de su "Missión"

Madrid, ( EFE ). Agostino Steffani (1654-1728), compositor, obispo y espía vaticano ha sido el nuevo objeto de deseo de Cecilia Bartoli, que le ha dedicado su último disco, "Mission", con el que esta noche ha rendido a sus pies al Auditorio Nacional decidido a resarcirle desde el minuto cero de sinsabores recientes.

Tras la interpretación de la Kammerorchester Basel de la obertura de "Henrico Leone", ha aparecido ella, la mezzosoprano que vende millones de discos de música clásica, ataviada con un vestido largo, con corsé y mangas, de color turquesa, y antes siquiera de hacer amago de empezar su recital, para el que estaban las entradas agotadas hace semanas, el auditorio ha roto en una larga ovación.

Resplandeciente, peinada como una doncella del Renacimiento, la mezzo romana se ha dado el gusto de provocar el delirio después de dos semanas agridulces en las que ha ocupado muchas páginas.

La "cara" ha sido su exultante actuación en L'Auditori de Barcelona y el premio Herbert von Karajan, y la "cruz" el abucheo que tuvo que aguantar en la Scala de Milán el pasado 3 de diciembre por parte de quienes la acusaban de cantar en falsete, aunque ella ya ha dicho que eso ha sido "un honor" porque ha pasado a formar parte de "una nómina" en la que también están Callas o Caballé.

"¡Aquí se te quiere más que en Milán!" le ha gritado un espectador y otros se han desgañitado asegurando que era, además de "bravísima", "la mejor".

Al final del concierto de esta noche, noventa minutos programados y casi otra media hora de bises y aplausos, Bartoli se ha arrodillado en el escenario dando las gracias, en español, llevándose la mano al corazón, aunque aún ha vuelto una última vez, ya con las luces atenuadas, para despedirse riéndose y haciendo el gesto de que tenía hambre.

La artista se ha pegado un señor homenaje dándolo todo en la mayoría de las arias elegidas, algunas conocidas pero otras absolutamente ignotas, porque la mayoría de la obra de Steffani ha descansado durante siglos oculta en distintos archivos, y en los tres formidables bises.

"M'adora l'idol mio", de "Teseo", "Lascia la spina", de "Il trionfo del tempo e del disinganno", y "Desterò dall'empia Dite", de "Amadís de Gaula", las tres de Haendel, han sido los "regalos", con los que ha arrancado al público de sus asientos.

El disco que constituye el grueso del recital, "Mission" (Decca) son 25 "piezas maravillosas", cuatro de ellas a dúo con el contratenor Philippe Jaroussky, a las que su amiga la escritora de novela negra Donna Leon ha sumado la novela de misterio "Las joyas del paraíso".

Juntas recuperaron partituras de 16 óperas -"Marco Aurelio", que se conserva en el Palacio de Buckingham, fue la primera, pero también son conocidas "Tassilone", "Henrico Leone" y "Niobe, reina de Tebas"- o de su "bellisimo "Stabat mater" por no hablar de sus duetos.

En la primera parte, la mezzo y musicóloga, que escuchaba sentada en un sofá colocado en el escenario las oberturas, ha interpretado arias de "Alarico il Baltha", "Tassilone", "La superbia d'Alessandro", "La libertá contenta", "Niobe, reina de Tebas" e "I trionfi del fato", escuchadas en el religioso silencio que su delicado dominio del canto de coloratura impone.

Para la segunda, Bartoli, que domina los requerimientos teatrales además de los musicales, ha vuelto a jugar a replicar las escalas de la trompeta y la flauta y se ha puesto "virtuosísima" en la pieza final, de "Arminio", recibida por los espectadores como si la música de Steffani, precursor del belcantismo, fuera tan popular y querido en España como lo es ella misma.

FUENTE: Agencia EFE

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