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Colombia entre optimista y escéptica tras acuerdo de paz

Los colombianos reaccionaron el jueves con una mezcla de optimismo y dudas al anuncio del gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC de que llegaron a un acuerdo para poner fin a más de medio siglo de guerra interna.

"Yo estoy muy contento. No sé si será la paz, pero en todo caso es muy bueno que haya menos muertos", comentó Fernando Chaparro, un taxista de 49 años que llegó a Bogotá 20 años atrás cuando los enfrentamientos entre guerrilleros y paramilitares lo obligaron a abandonar su natal departamento del Huila, en el suroeste colombiano.

El miércoles en La Habana los jefes de los equipos negociadores del gobierno y de las FARC, Humberto De la Calle y Luciano Marín o "Iván Márquez", respectivamente, estamparon su firma en un histórico documento que puso fin a un conflicto que ha dejado más de 200.000 muertos.

Sin embargo, el acuerdo final, de 297 páginas, deberá ser refrendado el 2 de octubre por los colombianos en un plebiscito.

Santos anunció que el jueves notificará al Congreso para que convoque a la consulta popular.

Aunque admitió en diálogo con The Associated Press no tener idea de lo que se firmó en la capital cubana, Clara Rozo comentó que "paz nunca va a haber porque siempre la guerra ha sido un negocio". Para Rozo, una niñera de 31 años, lo que sucedió en las últimas horas en la capital cubana "es pura pantalla".

En cambio Carlos Romero, gobernador del departamento de Nariño, no pudo ocultar su emoción cuando le contó a la AP que recibió una llamada telefónica de su hija en la que le dijo: "Papá, parece que se acabó la guerra".

La muchacha se llama Guadalupe y según el gobernador ella y su otro hijo, que viene en camino, serán "hijos de la paz".

Romero es hijo de un ex militante del M-19, un movimiento guerrillero que se pacificó hace más de 25 años. "Somos optimistas. No tenemos otro camino y más como gobernador de Nariño, un territorio golpeado por la guerra. Estoy convencido de que tenemos un solo camino: pasar la página de la guerra y estar en paz con todo el mundo".

Las negociaciones entre la administración de Santos y las FARC comenzaron a fines de 2012. Desde entonces las partes lograron acuerdos en materia agraria, la participación de los rebeldes en política, la lucha conjunta contra el narcotráfico, el resarcimiento de las víctimas, el blindaje jurídico y político a los puntos acordados en la negociación, la forma en que los actores del conflicto armado pagarán por sus crímenes, el cese bilateral y definitivo del fuego y el abandono de las armas por parte de los rebeldes.

Entre los acuerdos revelados el miércoles se contempla que el partido que surja del tránsito de las FARC a la vida política participará en los comicios de 2018 y 2022 para tener representación en el Poder Legislativo. Según un documento de la presidencia colombiana divulgado a la prensa, se les garantizará un mínimo de cinco curules en el Senado y cinco en la cámara baja.

Naciones Unidas y grupos de observadores internacionales estarán a cargo del monitoreo del fin de las hostilidades y el funcionamiento de 23 zonas a las cuales arribarán de manera transitoria los guerrilleros mientras se realiza el proceso de abandono de las armas.

Si se formaliza el acuerdo final se extinguiría el último gran movimiento armado de América Latina.

En el país aún opera el Ejército de Liberación Nacional (ELN), aunque el gobierno de Santos también busca negociar la paz con ese grupo rebelde.

FUENTE: AP

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