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Crecen las críticas a la beatificación de Juan Pablo II

CIUDAD DEL VATICANO (AP). Pocos niegan que el papa Juan Pablo II fue una figura cimera del siglo XX, un gran pontífice de enorme influencia. Pero su beatificación, resuelta con insólita brevedad, provoca objeciones entre muchos católicos, quienes insinúan que el Vaticano debe responder antes a las dudas suscitadas por las deficiencias de su pontificado.

La santidad y los logros de Juan Pablo no están en discusión: el segundo papa más longevo de la historia ayudó a derribar el comunismo, orientó a la Iglesia en las décadas tumultuosas que siguieron al Concilio Vaticano II y ayudó a popularizar el catolicismo para una generación de jóvenes que acudían en masa a sus misas en todo el mundo.

Estos y otros atributos fueron destacados en los meses anteriores a la beatificación del Primero de Mayo, el último paso antes del ascenso a los altares como santo.

Inevitablemente, la rapidez sin precedentes con que se ha desarrollado la causa obliga a preguntar si la Santa Sede no se ha precipitado en su juicio o ha cedido a los clamores de "santo súbito" escuchados en la misa fúnebre de 2005.

Muchos señalan que durante su pontificado de 27 años se produjeron numerosos casos de abuso sexual de menores por parte de sacerdotes y su encubrimiento por la jerarquía eclesiástica, un escándalo que ha convulsionado a la Iglesia durante un decenio y provocado un daño acaso irreparable a la fe, sobre todo en Irlanda.

Algunos conservadores y tradicionalistas dicen que al permitir, y en algunos casos alentar, lo que ellos llaman abusos de la liturgia, Juan Pablo contribuyó a la decadencia de la fe en Occidente. Mencionan en particular los bailes durante las misas papales, una jornada interconfesional de oración por la paz en Asís organizada por el papa y otras tendencias litúrgicas alentadas por Vaticano II en todo el mundo.

Para muchos observadores del Vaticano _tanto religiosos como legos_ el mayor fracaso fue el escándalo de los Legionarios de Cristo. Juan Pablo siempre presentó a esa orden religiosa ultraconservadora como modelo de ortodoxia. Sin embargo, tanto el papa como sus asesores durante años pasaron por alto o encubrieron las denuncias de que su fundador, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, era un pedófilo, creador de un culto tan reservado y represivo que sus crímenes quedaron impunes durante décadas.

En vista del tiempo y los esfuerzos invertidos por Benedicto XVI en los primeros seis años de su pontificado para contrarrestar los daños de tales fracasos, se argumenta que hubiera sido más prudente esperar antes de declarar que Juan Pablo fue un modelo de virtud cristiana en grado "heroico", un requisito crucial para la beatificación.

El historiador de la iglesia Michael Walsh se pregunta si es "necesario o conveniente" beatificar a Juan Pablo tan pocos años después de su muerte, dado que la mayoría de los participantes en el proceso, incluido el Papa actual, de algún modo le deben sus puestos al pontífice difunto y por lo tanto cabe dudar de su imparcialidad.

"Sin duda era una personalidad carismática y en su funeral hubo clamores de 'santo súbito'", escribió Walsh en la revista católica liberal británica The Tablet. "Pero eso difícilmente justifica que la Congregación para las Causas de los Santos haya dejado de lado su cautela tradicional para acelerar el proceso con una prisa que nos parece impropia".

Fue Benedicto quien prescindió del habitual quinquenio de espera y permitió que el proceso de beatificación comenzara semanas después de la muerte de Juan Pablo, el 2 de abril de 2005. Y fue Benedicto quien firmó el decreto de declaración de las virtudes heroicas y luego confirmó que un milagro se produjo por su intercesión.

El cardenal Angelo Amato, titular de la oficina de canonización vaticana, dijo en una conferencia de prensa reciente que el proceso de beatificación de Juan Pablo era tan exhaustivo como cualquier otro y más riguroso que muchos por tratarse de un papa.

Es verdad que el caso de Juan Pablo "no tuvo que hacer cola en el supermercado", dijo Amato entre risas, pero no se tomaron atajos en el estudio de su vida y virtudes, que produjo gruesos volúmenes de análisis y testimonios de admiradores y detractores por igual.

"Santidad inmediata, sí, pero sobre todo seguridad de que es un santo", dijo Amato.

Preguntado si el escándalo por abusos sexuales afectaba la causa de la beatificación, Amato respondió: "El pecado existe. Nuestros pecados existen. Pero esto no impide la santidad de otros".

Joaquín Navarro Valls, quien durante años fue el vocero de Juan Pablo, ha dicho que la beatificación no comporta un juicio histórico sobre la manera como administró la iglesia sino una evaluación sobre sus virtudes cristianas. Y en cuanto a esto, dice, no pueden caber dudas.

Tras leer el caso de beatificación íntegro, Navarro Valls dijo que "me parece que eso basta para tener la certeza de que vivió las virtudes cristianas de manera heroica".

Otros dicen que no se puede separar al hombre del mandato, y que cualquier investigación de las virtudes personales de Juan Pablo debe incluir una evaluación de su pontificado. Una pequeña publicación tradicionalista estadounidense, "The Remnant", expresó reservas sobre la beatificación debido al escándalo de abuso sexual, la debacle de los Legionarios y la liturgia. Unas 1.500 personas se han sumado a su declaración.

"Cuando el candidato a beatificación es un papa _el Santo Padre de la iglesia universal_, no se trata solamente de su devoción y santidad personales sino también del cuidado del vasto hogar de la fe que Dios le ha confiado", dice la declaración.

George Weigel, autor de una biografía de Juan Pablo, sostiene que el Vaticano haría bien en explicar públicamente cómo resolvió las dudas provocadas por la Legión. Maciel fue sancionado por el papa Benedicto XVI, una década después de que el Vaticano recibiera las primeras denuncias de los abusos padecidos por jóvenes seminaristas de la orden.

El archivo de beatificación es secreto y no hay indicios de que el Vaticano piense abrirlo al público.

Weigel escribió en The Tablet que el Vaticano debería rechazar las denuncias de complicidad de Juan Pablo con las fechorías de Maciel para "disipar las nubes" antes de la beatificación el 1 de mayo.

Con todo, Weigel no tiene dudas de que Juan Pablo es digno de la beatificación.

En su reciente biografía de Juan Pablo "The End and the Beginning" (El fin y el principio), Weigel dice que tomará siglos comprender los logros y fracasos de Juan Pablo en toda su magnitud.

"Pero la expresión universal de simpatía y gratitud en el momento de su muerte indicó que grandes partes del mundo ya habían dado su veredicto: fue un gran hombre y un gran papa, cuya grandeza derivó de su capacidad de convocar a hombres y mujeres a una visión más noble de sus propias posibilidades, bajo la gracia de Dios".