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Cuba autoriza marcha de un grupo defensor de animales

El domingo temprano, un grupo defensor de los animales tenía previsto alzar sus pancartas y recorrer kilómetro y medio (una milla) de una de las principales avenidas de La Habana para pedir el fin de la crueldad con los animales en Cuba.

La manifestación, breve y aparentemente sencilla, escribirá una línea pequeña pero significativa en la historia de la Cuba moderna. El gobierno socialista ha autorizado de forma explícita una marcha pública no relacionada con ningún aspecto del amplio Estado comunista, una decisión que participantes e historiadores consideran muy inusual y quizá sin precedentes desde los primeros años de la revolución.

Poco antes de comenzar la marcha, unas 200 personas se juntaron en un parque.

“Es un hecho histórico”, dijo Beatriz del Carmen Hidalgo-Gato Batista, una estudiante de comunicaciones de 21 años que recibió el permiso para la marcha desde la Plaza de la Revolución de la capital.

No hay indicios de que Cuba avance hacia una liberalización del derecho de asamblea: el Estado aún persigue el discurso político no autorizado con operaciones policiales rápidas y masivas, oleadas de arrestos y detenciones temporales. De modo que una marcha de un grupo civil independiente que pide acciones del gobierno será una imagen llamativa en un país donde, durante casi 60 años, casi todos los aspectos de la vida formaban parte de una única cadena de mando que terminaba en un líder supremo apellidado Castro.

“Es un hecho inédito”, comentó Alberto González, coorganizador de la marcha y editor de El Arca, una revista cubana en internet para amantes de los animales. “Esto va a ser un antes y un después”.

Desde poco después de su fundación, el gobierno comunista cubano solo ha permitido lo que describe como grupos de la “sociedad civil legítima” que son supervisados, patrocinados y gestionados por el Estado y el Partido Comunista. Esos grupos son elementos fijos de las congregaciones y marchas masivas organizadas por el Estado en feriados públicos.

En el polo opuesto están los grupos disidentes, a menudo muy vinculados a fuerzas anticastristas en Miami, que quieren derrocar al gobierno socialista y reinstaurar un sistema capitalista afín a Washington. Sus intentos de celebrar protestas callejeras y otras formas de organización se ven aplastadas casi de inmediato por las fuerzas de seguridad del Estado.

La marcha de animalistas forma parte de un cambio más amplio en las relaciones entre el Estado y la sociedad independiente civil, con cubanos que intentan conseguir un cambio en su sociedad al mismo tiempo que dejan claro a todo el mundo, y en especial a las autoridades, que no tienen interés en cruzar la línea roja de la política.

En el año que ha pasado desde que Raúl Castro entregara la presidencia al veterano burócrata del partido Miguel Díaz-Canel en abril de 2018, iglesias, grupos civiles y asociaciones informales de personas con opiniones similares han ido aprovechando la creciente disponibilidad de internet en Cuba para organizarse en torno a varias causas, y el Estado les ha ido concediendo una cierta libertad para operar.

Los artistas presionaron con éxito en contra de una nueva ley que regulaba la expresión artística. Las iglesias evangélicas insistieron al gobierno en que rescindiera una propuesta para legalizar el matrimonio homosexual. Miles de personas se organizaron en internet para conseguir ayuda privada para las víctimas de un tornado que golpeó La Habana en enero.

El biólogo Ariel Ruiz Urquiola fue liberado de prisión tras una campaña en internet en la que participaron muchos cubanos contra su condena de un año por “faltar al respeto a un guarda forestal” durante una campaña más amplia contra la tala ilegal y otras infracciones medioambientales en el oeste de Cuba.

“Forma parte de una tendencia que hay al reconocimiento de la sociedad civil de una manera tácita, a veces tímida, pero que va poco a poco aumentando”, explicó Yassel Padrón Kunakbaeva, bloguero e intelectual que se describe como revolucionario marxista.

El grupo privado Guardabosques, formado hace 10 años, suele organizar plantaciones de árboles y limpiezas de ríos que cruzan la ciudad de La Habana, dijo Isbel Díaz, biólogo. El grupo utilizó el año pasado 11.000 dólares reunidos en pequeñas donaciones para comprar una sede, donde celebra talleres y grupos de estudio con lo que describe como una orientación anticapitalista de izquierdas.

La primera vez que el grupo organizó una limpieza en el Malecón, en 2010, había 14 miembros recogiendo basura mientras docenas de agentes de seguridad tomaban videos, fotos y amedrentaban, dijo Díaz.

“El activismo en Cuba ha sido a contrapelo del Estado”, dijo Díaz. “No fue a mi juicio un proceso que haya promovido porque ha sentido la necesidad de que eso deba abrirse, sino que no les ha quedado más remedio que aceptar la realidad y que se ha ido imponiendo y las personas con una alta dosis de valentía han desafiado los límites y corrido la cerca un poquito más allá”.

En cambio, cuando los taxistas autónomos celebraron una huelga informal en protesta por nuevas regulaciones, se encontraron con una oleada de inspecciones que obligó a muchos a dejar de trabajar.

El activismo por los derechos de los animales ha sido un buen caldo de cultivo para organizarse en Cuba, donde no hay leyes contra el maltrato a los animales y casi cada barrio tiene un vecino o dos que dedica horas a alimentar, atender y esterilizar a perros y gatos callejeros, en ocasiones con la ayuda de extranjeros que donaron suministros y fondos.

El país tiene un grupo animalista reconocido oficialmente, Aniplant, y quizá otra docena de organizaciones pequeñas no estatales en La Habana y otras ciudades grandes. En los últimos años, los grupos han reunido miles de firmas pidiendo una ley de protección a los animales, sin éxito por ahora.

“Yo lo que pienso es que si yo estoy en este país y vivo en este país, entonces trato de luchar por lo que yo quiero en este país”, dijo Grettel Montes de Oca Valdés, bailarina profesional y fundadora del grupo Cubanos en Defensa de los Animales (CEDA), cuyos miembros marcharían el domingo. “Yo creo que no debemos callar absolutamente nada. Porque si nos callamos no pasa nada. Ese método no sirve”.

Está previsto que la marcha termine en la tumba de Jeanette Ryder, una estadounidense que luchó por los derechos de los animales en Cuba a comienzos del siglo XX. Aniplant ha organizado habitualmente lo que describe como peregrinajes hasta la tumba cada mes de abril.

En un indicio de las tensiones que persisten entre lo oficial y lo extraoficial en Cuba, muchos voluntarios del grupo animalista respaldado por el gobierno boicotearán la marcha del domingo y celebrarán otra la semana que viene.

FUENTE: AP