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Fernández: una líder marcada por la historia, la muerte y el poder

BUENOS AIRES (AP). Hay un antes y un después para Cristina Fernández, la combativa líder argentina que se apresta, según los pronósticos, a arrasar en su reelección el domingo.

Siguiendo con el exitoso mandato presidencial de su marido Néstor Kirchner, Fernández saltó de una crisis a otra. Los poderosos intereses del sector agrícola se confabularon contra un aumento tributario. Analistas financieros predijeron un inminente colapso económico en el país. La mayoría de la gente encuestada desaprobó su liderazgo y cables secretos de Estados Unidos hicieron eco a especulaciones sobre que no concluiría su mandato.

Luego Kirchner, su compañero de casi toda la vida, murió de un ataque al corazón el 27 de octubre.

Un alud de simpatía convirtió el funeral en una catarsis nacional y Fernández cambió su tono.

Superó una retórica de "todo o nada" que ella y su esposo habían blandido ante sus enemigos y se presentó a sí misma como la presidenta de todos los argentinos.

Antes, ella señalaba a sus enemigos con los dedos índice extendidos y hacía señas como presionando botones el aire.

Después de la muerte de su esposo, su rostro se suavizó con la pena. Bajó su acostumbrado sarcasmo y le pidió a sus aliados mostrar moderación.

Mientras, Fernández demostró a quienes dudaban que podía gobernar sin la ayuda de su marido.

Su enemigos esperaban y sus aliados temían que la viuda se derrumbara sin el apoyo constante de Kirchner. Pero la realidad fue que la economía siguió creciendo y Fernández introdujo más programas sociales que ayudaron a reducir la pobreza. Los índices de aprobación se dispararon al 70% este mes.

Si las tendencias de las encuestas se mantienen, ella podría captar más votos que los siete rivales restantes en conjunto, lo que la haría en la primera presidenta latinoamericana en ser reelegida. Fernández, de 58 años, puede hasta acercarse al 60% en el margen de victoria logrado dos veces por su héroe populista, presidente Juan Domingo Perón.

Puede conseguir suficientes votos en el Congreso para recuperar el control que perdió en 2009 cuando los principales medios de comunicación se alinearon contra ella.

"No pensamos nunca en retroceder ni en negociar ni en hacer un gobierno débil...Yo me planté y bueno, dije, si me echan, que sea por lo que pienso y hago y no por lo que no me animo a hacer", le dijo Fernández a Sandra Russo, cuya biografía autorizada, "La Presidenta", salió durante la campaña de reelección.

Como casi nunca responde preguntas de reporteros, el libro se ha vuelto uno de los documentos disponibles más relevantes sobre su manera de pensar.

Peronista de nacimiento y nacionalista de corazón, Fernández creció entre una dictadura de 1966-1973 a otro 1976-1983. Mientras cursaba la carrera de abogacía en los años 70, militó en la juventud peronista, fuerza que estaba proscrita desde 1955 cuando un golpe militar derrocó a Juan Perón. A principios de esa década la policía mató a su tío paterno porque lo confundieron con un guerrillero.

Se casó con Kirchner, compañero de activismo en la Juventud Peronista, justo antes de que Perón regresara del exilio y fuera electo por tercera ocasión en 1973. El que fue una vez un héroe para la derecha y la izquierda, Perón permitió secretamente la persecución de sus jóvenes simpatizantes izquierdistas por policías vestidos de civil, una campaña que se salió de todo control oficial y se propagó cuando el presidente murió menos de un año después.

Pronto, una mucho más letal junta militar tomó el poder y uno de sus ex compañeros de casa está entre aquellos secuestrados de quienes nunca se volvió a saber. Las familias quemaron todos los libros con ideología izquierdista y los Kirchner se marcharon a su pueblo natal en la Patagonia, donde secretamente tramaron futuras campañas mientras el número de víctimas de los militares subía aceleradamente hasta llegar a miles.

"Todo lo que yo me acuerdo de política, desde chica, tiene que ver con la violencia", le dijo a su biógrafa.

Los discursos han sido la arma elegida por Fernández, formada como abogada, gerente de campaña, representante legislativa y luego senadora. Sarcástica con los amigos, fulminante con sus enemigos, a veces estridente, siempre apasionada, pareció entusiasmarse con cada oportunidad de congregar a partidarios para confrontar.

"Lo que molesta de Cristina no es que sea una mujer, sino que sea la mujer que es. Excesiva. De muchas cosas tiene demasiado", escribió la periodista Russo.

Una biógrafa no oficial, Silvina Walger, se suma a los sentimientos críticos, llamándola "una mujer extremadamente autoritaria, amarga, arbitraria".

A pesar de dichas impresiones, muchos argentinos ahora consideran a Fernández la política más capaz de mantener el país en la vía del crecimiento, uno de los más vigorosos del mundo. Muchos recuerdan bien el devastador colapso del 2001 y le dan crédito a los Kirchner de haberlos sacado de ahí.

Mientras algunos economistas advierten que la alta inflación y el gasto público son insostenibles, Fernández ha invertido fuertemente en reconstruir la capacidad industrial destruida por la ola privatizadora y los excesos de la deuda externa de los 1990 y el resultante impago posterior. También reguló planes con petroleras multinacionales y compañías mineras para crear nuevas fuentes de ingresos y energía.

Conforme se acercaba el día de las elecciones, Fernández astutamente usó mucho de esa nueva riqueza y otras herramientas para consolidar su respaldo.

Encantó a los argentinos de bajos ingresos con programas sociales anti pobreza, incluyendo un popular esfuerzo de 3.000 millones de dólares que transfiere efectivo a familias con niños que asisten a escuelas públicas. En vez de trabajar con sus rivales izquierdistas en el Congreso, reivindicó la idea de las transferencias como propia y decretó su creación.

También complació a muchos de los entusiastas del deporte gastando millones para proporcionar "fútbol para todos" en la televisión estatal, arrancándole un gran flujo de ganancias a la franquicia de cable del Grupo Clarín, el conglomerado de medios que ha sido uno de sus más férreos opositores.

Se valió de su base izquierdista para avalar juicios de derechos humanos contra cientos de los oficiales de la era de la dictadura y legalizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Kirchner estaba a su lado durante casi todas sus batallas. Ellos debatían constantemente la estrategia y confabulaban su próxima movida. Tuvieron dos hijos juntos: Máximo, quien administra el negocio de bienes raíces de la familia, y Florencia, quien dejó la escuela de cine en Nueva York para apoyar a su madre este año.

"Desde que lo conocí hasta que se murió, Néstor me hizo reír", le confesó Fernández a Russo.

Cuando él murió, Fernández y sus adversarios estaban sorprendidos de ver el vasto número de simpatizantes poniéndose de su lado, rogándole que siguiera poniendo recursos del gobierno al servicio de la gente. Para un país que sigue cautivado por Perón y su esposa Evita, quien murió de cáncer el año antes de que Fernández naciera, los ecos históricos son imposibles de ignorar.

En cuestión de días, los índices de Fernández cambiaron de negativo a positivo.

Los expertos argentinos habían sospechado que Kirchner planeaba volver a recibir la banda presidencial de su esposa en este año de elecciones. Ahora, depende de Fernández mantener vivo el proyecto de la pareja.

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Michael Warren está en Twitter como http://www.twitter.com/mwarrenap