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Kiev y los separatistas intercambian sus prisioneros de guerra

Los faros de los vehículos estacionados representan la única luz de una autopista aislada entre las dos líneas del frente en Ucrania, donde las fuerzas ucranianas y los separatistas alinean a sus prisioneros de guerra en este fría noche antes del intercambio.

Frente a frente en la oscuridad, los soldados ucranianos y los combatientes prorrusos, armados y nerviosos, mantienen el dedo en el gatillo.

Tras tensas negociaciones, el esperado intercambio de prisioneros tiene finalmente lugar entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes prorrusos de la autoproclamada República Popular de Donetsk.

Por parte de los separatistas, un convoy de vehículos civiles y camiones militares transportaron desde el bastión prorruso de Donetsk hasta el lugar del intercambio a 146 soldados ucranianos.

Los prorrusos ponen en fila a los militares, vestidos de civil y portando, algunos de ellos, una bolsa de plástico con objetos personales, quienes dan pequeños saltos para calentarse a la espera de oír sus nombres.

En grupos de diez, los separatistas y los soldados cuentan a sus prisioneros y los envían al otro lado.

Y, esperando su turno, algunos soldados del ejército ucraniano presos aún no se creen su liberación.

"Simplemente nos dijeron que esto llegaría", explica Artem Siurik, un médico de 28 años enrolado con las tropas del ministerio de Interior y capturado hace cuatro meses. "Estoy feliz de volver a casa".

"Está bien que tenga lugar antes de Año Nuevo", añade el hombre, quien considera correctas las condiciones de su detención. Sus padres y su mujer todavía no conocen su inminente regreso.

A su lado, el soldado de infantería Valentin Ranivskiy afirma que los soldados que lo capturaron en agosto pertenecían a un batallón paramilitar del ejército ruso. "Es así como se presentaron, al menos", asegura.

Pero todos no volverán a su casa en Ucrania.

Uno de ellos, Alexei Samsonov, que combatió junto al ejército ucraniano, expresa su deseo de trasladarse a su país natal, Rusia. "Toda mi familia vive en Rusia", subraya con la cabeza oculta por la capucha. "Pienso que lo que hace el ejército ucraniano no está bien".

En el sentido inverso, hay más gente: 222 hombres y mujeres, prisioneros de guerra de Ucrania, según los separatistas.

"Tras cinco meses de detención, me siento pachucho", explica el combatiente separatista Pavel Korokosov, tras subir en la parte trasera de un camión. "Acaban de traernos con las manos atadas y los ojos vendados".

Otros simplemente piensan en lo que harán de vuelta a casa.

"Solo quiero comer huevos al plato y hablar con mis padres", dice, por su parte, Denis Balbukov, un rebelde liberado de 21 años, que añade: "Retomaré la lucha".

"Fue bien desde que nos trasladaron al centro de detención. Pero, antes de eso, nos han maltratado realmente", apunta.

Pero, aunque algunos afirman que volverán a luchar en Ucrania, otros aseguran que nunca participaron en los combates.

"Simplemente necesitaban prisioneros para intercambiarlos por soldados, y capturaron a quien fuera", explica Tatiana, oriunda de la ciudad portuaria de Mariupol. "Yo estaba en casa, eso es todo. Ahora, me intercambian por soldados".