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Conflictos acechan área fronteriza

Este pequeño y pintoresco pedazo de tierra donde convergen las fronteras de Líbano, Israel y Siria ha sido desde hace tiempo un punto de tensión donde se congregan milicianos de Jezbolá y soldados israelíes cara a cara a corta distancia, separados por fronteras disputadas e indefinidas.

Y la guerra civil en Siria ha hecho la región, conocida como Granjas Chebaa, incluso más peligrosa.

Las partes rivales en el conflicto sirio cruzan el área para contrabandear armas y hay trasiego de combatientes, y las tensiones sectarias están aumentando: los vecinos de Chebaa, mayormente suníes, junto con miles de suníes sirios refugiados, no soportan a Jezbolá, organización chií, por su respaldo al presidente sirio Bashar Assad.

Incluso en un país con tantas chispas potenciales de violencia, la posición geográfica de Chebaa reúne una colección de enemigos particularmente fuertes. Y con los ánimos caldeados en todas partes a causa de la prolongada guerra siria, hay temores de que apenas un paso en falso de una de las partes en este idílico terreno de colinas verdes pudiera arrastrar a todos a un conflicto mucho más amplio y violento.

Para el ejército libanés, que oficialmente controla su lado de la frontera, la principal preocupación es el influjo de refugiados sirios.

En un retén del ejército en las laderas de Monte Hermon, en las afueras de Chebaa, tropas libanesas catean e interrogan a sirios a su llega tras una travesía de horas a través del escarpado terreno fronterizo. Los soldados dicen que les preocupa que rebeldes que combaten al régimen de Assad se infiltren en la aldea con sus armas y causen problemas entre suníes y chií, o en Israel.

Los soldados revisan también vehículos libaneses que transportan ayuda humanitaria a aldeas sirias que han estado bajo asedio de las fuerzas de Assad durante meses. Los soldados a menudo confiscan alimentos y medicinas —suministros sumamente necesitados en las comunidades bloqueadas — y solamente permiten el paso de vehículos que transportan harina.

El ejército no ha dicho por qué confisca los suministros. Pero la práctica ha alimentado el resentimiento local contra el ejército, lo que ha llevado a algunos vecinos suníes a acusar a los soldados de estar a las órdenes de Jezbolá.

"No se permite el paso de alimentos para gente desesperada, mientras que Jezbolá es abastecido de armas sin interferencia. ¿Qué vamos a pensar?", dijo Mohammad Jarrar, director del Centro Islámico Suní del pueblo.

El Líbano, un país de 4,5 millones de habitantes, pasa trabajos para lidiar con más de un millón de refugiados sirios. Una forma de frenar el flujo de tratar de alimentar a las personas dentro de Siria.

Pero si se impide que la ayuda humanitaria llegue a Siria, dice Jarrar, más refugiados van a cruzar la frontera hacia Líbano, lo que presionaría aún más los recursos y las relaciones sectarias.

FUENTE: AP