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Militares patrullan en la capital chilena tras disturbios

Las fuerzas militares patrullan las calles de Santiago el sábado, algo no visto desde la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), después que el gobierno de Sebastián Piñera impusiera un estado de emergencia ante las protestas estudiantiles que derivaron en un caos generalizado en la capital chilena.

En la peor crisis del segundo periodo de Piñera en el gobierno, cientos de miles de santiaguinos retornaron a sus casas en la víspera, aunque lo hicieron con dificultades tras la suspensión del tren subterráneo por las manifestaciones masivas de estudiantes secundarios contra el alza en las tarifas _protestas que se transformaron en actos vandálicos e incendios intencionales por toda la ciudad.

El sábado, Piñera advirtió que los “responsables, los violentistas... van a pagar por sus culpas”.

Al mediodía y tras un generalizado caceroleo, las protestas se extendieron nuevamente a diversos suburbios de Santiago, aunque no con la magnitud de las anteriores, y muchas fueron dispersadas con granadas de gases lacrimógenos. Cacerolazos y bocinazos se extendieron a ciudades del norte y sur del país.

Las protestas masivas empezaron el pasado lunes, cuando estudiantes secundarios _del segundo ciclo de la educación chilena, previo al universitario_ ingresaron a las estaciones del subterráneo sin pagar pasaje.

Ante los nuevos disturbios, el servicio de los autobuses de transporte público fue suspendido y de momento sólo aquellos que cuentan con vehículos pueden movilizarse.

“La decisión de Piñera de movilizar a los militares en Chile, en un país que vivió 17 años una dictadura represiva, es muy preocupante y podría aún más desestabilizar la situación (en el país)”, indicó a The Associated Press la académica Jennifer Pribble, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Richmond, en Estados Unidos.

Pribble agregó que una parte de la derecha política aun no considera el diálogo democrático como la solución al conflicto social.

Piñera anunció en la madrugada que convocará a “un diálogo transversal” y que se esforzará para “poder atenuar y aliviar” la situación de los más afectados por el aumento de pasajes en el subterráneo, aunque la oposición política demanda una rebaja tarifaria.

Chile importa todo su combustible dado que carece de petróleo y gas natural, y las alzas en los recursos fósiles y en el dólar impactan en los precios, en general. El precio del pasaje del subterráneo elevó de 1,12 dólares a 1,16 dólares para los usuarios adultos, en un país donde la mayoría de los salarios bordean entre los 400.000 y 500.000 pesos mensuales (562 y 703 dólares).

Por la madrugada, militares armados salieron a las calles de Santiago, y cerca del amanecer la calma retornó ante un panorama desolador: 41 de las 126 estaciones del subterráneo presentaban daños graves _varias de ellas incendiadas_ más de medio centenar de semáforos se hallaban apagados o destruidos, el reporte de 156 policías y 11 civiles heridos de diversas gravedad y más de 300 detenidos.

Un grupo de manifestantes se congregó en la estación Trinidad del subterráneo, al sur de la ciudad, lo que atrajo a un camión con militares que intentaron dispersarlos, pero los abucheos de los vecinos y los toques insistentes de bocinas de vehículos los hicieron desistir y marcharse.

En la estación San José de La Estrella, el ingeniero mecánico Hugo Millacoy González, acompañado de su hijo pequeño, dijo a la AP que protestaba contra las alzas y “para que mi hijo vea que no se puede burlar al pueblo”.

Millacoy se sumó a medio centenar de manifestantes que ocupaban una importante avenida mientras el semáforo detenía a los vehículos, muchos de cuyos conductores que los alentaban con fuertes bocinazos. La situación se repetía en muchos suburbios de la ciudad.

En las afueras de la destrozada estación del subterráneo de Maipú, al sureste, una discusión entre vecinos se transformó en una nueva manifestación multitudinaria contra las alzas y la presencia policial. El grupo fue fuertemente reprimido con gas lacrimógeno.

El estado de emergencia restringe las libertades de reunión y de movilización.

El lunes unos 2,4 millones de santiaguinos tendrán dificultades para desplazarse a sus trabajos y sitios de estudios ante la falta del subterráneo. El director de la empresa, Louis De Granges, dijo que los daños causados se estiman en cientos de millones de dólares y que “todavía no podemos dar claridad” de cuándo retornará el servicio.

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