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Petardos y gritos en Sao Paulo para celebrar suspensión de Rousseff

La decisión del Senado que este jueves suspendió de su cargo a la presidenta Dilma Rousseff era celebrada breve pero intensamente en algunos barrios de Sao Paulo, con petardos, 'vuvuzelas', gritos y cacerolazos.

"¡Fora Dilma, chao Dilma!", se oía desde las ventanas de los edificios en el rico barrio de Jardins, en la zona central de Sao Paulo, la ciudad más rica de Brasil y su corazón económico.

El estruendo de petardos lanzados al aire estremeció la fría y lluviosa madrugada, mientras algunos conductores hacían sonar las bocinas de sus vehículos por las calles semivacías.

Celebraciones similares se replicaron horas más tarde cuando la presidenta abandonó la sede del gobierno en Brasilia.

En la neurálgica avenida Paulista, punto de reunión política, un pequeño grupo aún celebraba la decisión de los senadores, que por 55 a 22 votos aprobó someter a Rousseff a un juicio político por maquillar las cuentas públicas.

La exguerrillera de 68 años asegura que es inocente de los cargos de los que la acusan y que todo este proceso es un "golpe" orquestado por sus opositores para tomar el poder.

"Llegué ayer a las cinco de la tarde y voy a seguir aquí celebrando. Había que sacar al Partido de los Trabajadores del poder, fueron tan malos para el país, tan corruptos. Espero que ahora vengan tiempos mejores", declaró a la AFP Maristela García, una desempleada de 45 años, apostada en las afueras de la patronal Fiesp, la federación de industrias paulistas.

Un taxista limpiaba su carro antes de empezar el día y gritaba a quien quisiera oírlo: "¡Ya está, te fuiste, chao Dilma!".

La decisión de los senadores fue adoptada poco después de las seis de la mañana. Por el horario, porque es un día hábil y además con una leve llovizna, los manifestantes en la calle eran pocos, en contraste con las multitudinarias protestas que desde marzo del año pasado ocuparon las calles de Brasil para pedir la salida de Rousseff.

Algunos analistas señalan que la baja afluencia se debía a que el objetivo ya estaba logrado: la salida de Rousseff. En rigor la presidenta está apartada del poder por hasta 180 días mientras dura el juicio, que recién entonces derivará en una decisión definitiva.

"Ya esperábamos este resultado, por eso quizás vino menos gente. Pero yo estoy aquí celebrando y aquí seguiré resistiendo", asegura Silvia Ramos, de 34 años, con la cara pintada de los colores verde y amarillo de la bandera de Brasil.

Desde un carro en movimiento alguien grita "¡golpistas!". Los opositores responden: "¡corrupto, vete a trabajar!".

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