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Presidencia de Asamblea General de ONU en el candelero

Lo acusan de haber aceptado más de 3 millones de dólares de gobiernos e individuos y de haber firmado cheques a su nombre que decían "salario".

El arresto esta semana del expresidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas John Ashe pone de manifiesto algunas de las debilidades del organismo mundial que nadie tiene prisa por reformar.

La presidencia de la Asamblea General, que representa a 193 estados miembros, es terreno fértil para chanchullos. Quien la ejerce puede cumplir otras funciones al mismo tiempo y no tiene que hacerlas públicas; tiene amplia discreción sobre un presupuesto anual de unos 330.000 dólares y puede aceptar dinero adicional de los estados miembros sin tener que reportarlo a nadie.

Además, no hay una investigación formal de los antecedentes de los candidatos al puesto.

"Es algo fascinante. Mi primera reacción es que se le está dando piedra libre a un cabildero interno", expresó Alejandro Salas, director regional de Transparencia Internacional para América. El experto mexicano agregó que su organización nunca hizo lo que describió como un "mapa de riesgos" de las Naciones Unidas, pero que probablemente "debamos prestarle más atención a esto ahora".

Ashe, un ex diplomático de Antigua y Barbuda que presidió la Asamblea General de septiembre del 2013 a septiembre del 2014, fue acusado por un fiscal estadounidense de convertir la ONU en una "plataforma para sacar provecho", aceptando sobornos de un magnate chino de la industria de bienes raíces y de otros empresarios a cambio de despejar el camino para lucrativas inversiones. Enfrenta cargos de fraude.

Su abogado, Robert Van Lierop, afirma que Ashe es inocente, que "tiene una reputación impecable" y que saldrá reivindicado.

La Oficina de Servicios de Auditoría Interna de la ONU informó el jueves que estudiará los tratos con dos fundaciones cuyos líderes han sido vinculados con las irregularidades que se le imputan a Ashe.

Esa dependencia ya había dado algunas señales de alarma en relación con los dineros de afuera que puede recibir el presidente de la Asamblea General. "La falta de transparencia en relación con esos fondos puede comprometer la reputación de la organización", señaló en un informe en el 2010.

FUENTE: AP