COLOMBIA Internacionales - 

Sepulturero que enterró cuerpos sin identificar en Colombia ayuda a buscarlos

Jesús Hernández, el sepulturero del municipio colombiano de La Macarena, cavó tumbas durante años antes de tener a los muertos que llegaban por decenas a esa zona caliente del conflicto armado que desangra el país desde hace medio siglo. Hoy ayuda a desenterrarlos.

"Tenía cinco, diez, quince sepulturas hechas. No podía esperar a que llegara el cadáver", dice a la AFP este campesino de 60 años, asistente ahora de la Fiscalía, que trabaja estos días en la exhumación de unos 60 cuerpos sin identificar en este descampado árido, donde las flores son de plástico para que no las queme el sol.

Con unos 460 cuerpos anónimos, según estimaciones oficiales, el cementerio de La Macarena no es ni siquiera el que más desaparecidos tiene en Colombia, pero el rumor de que podía tener 2.000 cadáveres sin nombre precipitó las investigaciones hace cinco años, tras una década de fuertes golpes del Ejército contra la guerrilla FARC.

Los cuerpos llegaban en helicóptero de 2002 a 2010, cuando Hernández era el enterrador. El Ejército los descargaba y la gente del pueblo se precipitaba al lugar, recuerda. Los que tenían estómago echaban un ojo para ver si reconocían a los suyos. Los que se quedaban sin reclamar eran enterrados con una placa blanca con letras negras.

"Se les ponía N.N. (cuerpos no identificados) y su número de levantamiento y ya. Nombre no les podíamos dar", apunta.

Ahora, es a la inversa: rastrear un campo de casi 3 km2 buscando espacios de tierra más clara y más hundida, que indica el lugar de una fosa. Hasta la fecha encontraron 320. Todas individuales.

Cuando salen los cuerpos, Hernández es el único entre una veintena de especialistas de la Fiscalía que aguanta sin mascarilla el olor. En el pueblo dicen que de tantos muertos que vio ya no tiene tripa. "Ayudaba al médico rural en la necropsia porque aquí no había forenses. Los maquillaba, los arreglaba, los envolvía en una bolsa y, ya, quedaban listos", cuenta.

La Fiscalía calcula que 2.310 personas pueden estar enterradas en camposantos de los Llanos Orientales, una región de fuerte influencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas), próximas a sellar la paz con el gobierno tras más de tres años de negociaciones en Cuba.

En los cementerios de esta zona han sido inhumados como "N.N." miembros de las FARC, pero también "falsos positivos", civiles reportados como guerrilleros muertos en combate por militares que buscaban obtener beneficios dentro de las fuerzas armadas, además de personas que nadie sabe cómo murieron.

Pero la Fiscalía insiste en el "carácter humanitario" del acuerdo alcanzado en la mesa de La Habana en octubre para buscar, exhumar e identificar a los desaparecidos del conflicto para devolverlos a sus seres queridos. No busca causas. Solo "aliviar el dolor de las familias".

Hernández huía de la guerra cuando llegó a La Macarena. Grupos armados mataron a su padre, a su madre y a sus hermanos en su pueblo, Tenjo (Boyacá), a cientos de kilómetros de allí. "Fueron acribillados a balas. Me vine a La Macarena a buscar otro futuro. Tenía mi finca, mis animales, todo, pero a causa de este problema (trabajar en el cementerio) lo perdí todo", rememora.

Como sepulturero fue amenazado por "gente del campo", guerrilleros que lo acusaban de colaborar con el Ejército. Como a muchos de los que sintieron cerca el calor de los fusiles, todavía le cuesta llamar a cada uno por su nombre. También pasaba con los que tenían parientes desaparecidos.

"Hay gente que todavía siente el miedo a las represalias", asegura Hernández, que dejó La Macarena hace cuatro años por esa misma razón.

Solo regresa cuando la Fiscalía lo necesita. Los enterradores, que usualmente pasan décadas en el mismo cementerio, tienen mucha información que compartir con los forenses que buscan los miles de cuerpos que la Fiscalía tiene ubicados en camposantos de todo el país.

"Algunos llevaban su registro de personas no identificadas, pero a veces hasta se perdieron dentro de los cementerios", dijo días atrás a periodistas María Paulina Riveros, directora de Derechos Humanos del Ministerio del Interior y delegada del gobierno en los diálogos con las FARC.

"A veces son como hijos del sepulturero. Les ponían un nombre y la comunidad los adoptaba", agregó.

Hernández está satisfecho con el impulso que el proceso de paz dio a la búsqueda de desaparecidos del conflicto, unos 45.000 según el último balance oficial. "Vamos a sacarlos, a tenerlos para identificación, a mandarlos para donde toque y que se identifiquen y que aparezca la familia y diga 'Este es mi hijo, este es mi hermano, este es mi tío', lo que sea", dice.

"Pero que aparezca y diga 'A este le voy a dar un entierro digno'", añade, peinando con la vista decenas de cruces donde reposan los muertos que tienen quien les llore mientras más arriba, en el secarral, peritos siguen destapando hoyos.