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Trayectoria de Trump da munición a partidarios y detractores

Para sus partidarios, la trayectoria empresarial de Donald Trump demuestra que tiene el empuje y la inteligencia necesarios para conducir el país. Para sus detractores, sus exageraciones, clientes descontentos y cuatro bancarrotas indican que no está preparado en absoluto para ejercer la presidencia.

La verdad es más complicada.

Criticado por sus rivales republicanos por sus bruscos comentarios y lo que describen como débiles credenciales conservadoras, Trump ve ahora su historial empresarial en tela de juicio. Su rival en la puja por la nominación republicana Marco Rubio ha empezado a describirlo como un "estafador" que construyó su imperio "a costa de la gente humilde", y afirma que si no hubiera sido por su padre multimillonario, estaría "vendiendo relojes en Manhattan".

De cara al Supermartes, el historial empresarial del magnate ofrece material suficiente para reforzar tanto la postura de los votantes que lo apoyan como la de sus críticos.

Osado, astuto y equipado con un gran sentido de la oportunidad, Trump construyó un imperio internacional, mucho más amplio en alcance y volumen de lo que recibió de su padre. Pero algunos de sus fracasos han sido tan espectaculares como sus éxitos, y ha exprimido a deudores o ha generado dudas sobre su buen juicio.

"Donald ha demostrado ser un empresario innovador e inteligente", dijo el promotor de bienes raíces Don Peebles, demócrata registrado y que no tiene previsto votar por Trump si consigue la candidatura republicana. "Respeto y admiro lo que ha conseguido".

La fortuna acumulada por el padre de Trump, estimada en varios cientos de millones de dólares, procedía de propiedades inmobiliarias en áreas de ingresos bajos o medios en Brooklyn y Queens. Trump quería más. De modo que apostó fuerte por la mucho más rica Manhattan, un riesgo para el hijo de un constructor de la periferia.

El momento en que lo hizo fue casi perfecto. En 1980 inició la construcción de su emblemático edificio en la Quinta Avenida, la torre Trump, justo cuando la ciudad de Nueva York comenzaba un largo renacer tras un roce con la bancarrota.

Levantó más edificios, compró una aerolínea y apostó en otra industria: los casinos. En 1984 abrió el Trump Plaza en Atlantic City, New Jersey, y al año siguiente fue el turno de Trump's Castle. En 1991 corrió un riesgo especialmente grande al construir el Trump Taj Mahal. Ofreció garantías personales en préstamos para desarrollar el proyecto, poniendo su propia fortuna en juego si las cosas salían mal.

Así fue. Con Estados Unidos luchando con la recesión, Trump no pudo cubrir sus deudas de miles de millones de dólares. Las bancarrotas —cuatro en total a lo largo de una década— dejaron un mal sabor de boca a muchos empresarios y proveedores de casinos, que sólo recibieron unos centavos por cada dólar que se les debía.

"A la gente se le olvida que dejó tirados a los tenedores de bonos... que estos no fueron sucesos sin víctimas", dijo Michael D'Antonio, autor de la biografía de Trump "Never Enough". "Cuanto intentó hacer otra clase de negocios, como aerolíneas y casinos, tropezó".

Trump completó en 2001 la Trump World Tower, un edificio residencial de 90 plantas en la ciudad de Nueva York. Y tres años después descubrió una afición por el género del reality show al lanzar "The Apprentice" en NBC. Conforme ganaba fama, Trump conseguía rentabilizar más su nombre. Ha dado su imagen de marca a productos desde el agua embotellada y suits a hoteles y rascacielos residenciales, firmando acuerdos para poner su nombre en inmuebles de construcción y propiedad ajena en Panamá, Uruguay, Turquía, India y Filipinas.

Al extender su marca ha recibido críticas de que se ha vuelto descuidado, o algo peor. Rubio se ha centrado en los últimos días en la Universidad Trump, que cobraba a los alumnos 1.495 dólares cada uno por seminarios donde se les enseñarían los secretos del magnate para triunfar en los bienes raíces. Una demanda presentada por el fiscal general de Nueva York alega que las clases eran tan decepcionantes que supusieron un fraude.

"Éste es un hombre que dice defender a la clase trabajadora", dijo Rubio el sábado. "Cuando de hecho durante toda su carrera empresarial ha sido a costa de los estadounidenses de clase media".

Está claro que el tema de la universidad ha tocado a Trump, que el sábado describió el litigio como "un asunto menor, muy pequeño" y dijo a sus seguidores que podría haber llegado a un acuerdo extrajudicial, pero sigue peleando por principios.

Para un hombre que mide su éxito en dólares, Trump ha conseguir aumentarlos de forma sustancial. Según la revista Forbes, la fortuna de Trump ha llegado a 4.500 millones de dólares desde los 1.000 millones de dólares de 1988, un aumento del 350%. Eso es la mitad de lo que habría ganado de haber invertido en un amplio catálogo de acciones estadounidenses, y no cuenta los dividendos.

Por cierto, Trump afirma que Forbes se equivoca del todo.

"Pedí prestada una cantidad diminuta, un millón de dólares", dijo el sábado. "Empecé un negocio. Ahora vale mucho más de 10.000 millones de dólares".

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