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Tuits, reuniones y eventos para recaudar fondos: las verdaderas vacaciones de Trump

Oficialmente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está de vacaciones de verano, aunque entre veladas de recaudación de fondos, reuniones electorales e inevitables tuits y retuits, realmente no lo parezca.

"Nunca son vacaciones", dijo antes de salir de la Casa Blanca el viernes para pasar 10 días en su club de golf de lujo en Bedminster, Nueva Jersey.

El exmagnate de las bienes raíces y animador de televisión quiere que todos sepan que él no quiere, ni necesita, tiempo libre.

"Me gusta trabajar. Preferiría estar justo aquí", dijo en la Oficina Oval.

La afirmación es parte del personaje que Trump lleva construyendo por décadas: el del hiperactivo hombre de negocios neoyorquino que nunca duerme.

Pero el personaje no se aleja tanto de la realidad. Y al poco de partir, realizó un evento de recaudación de fondos para su campaña de reelección: logró reunir 12 millones de dólares.

Además, el martes regresó al Air Force One para hacer un desenfrenado discurso en una fábrica petroquímica de Shell en Pensilvania. Y este jueves volará a New Hampshire para un mitin de campaña.

Y definitivamente, su cuenta de Twitter no se está tomando un respiro.

Trump ha mantenido un flujo constante de pronunciamientos. Retuiteó por ejemplo, una extraña teoría de conspiración y ha hecho declaraciones sobre la guerra comercial con China, entre otros asuntos importantes de Estado.

Por supuesto, todos los presidentes tienen que trabajar durante sus vacaciones.

Incluso cuando Trump monta su carrito de golf, un militar está en un lugar cercano con el maletín que contiene los códigos de las armas nucleares.

Los asesores y expertos están a su alcance instantáneo o incluso a su lado. Los guardaespaldas del Servicio Secreto, apoyados por otras fuerzas del orden, se encuentran desplegados durante todo el día junto con la limusina Beast, el helicóptero Marine One y el avión presidencial, el Air Force One.

Lo mismo ocurre con cada inquilino de la Casa Blanca.

Barack Obama disfrutaba de regresar a su estado natal, Hawái. Antes que él, Bill Clinton pasó tiempo en el refugio de la costa este de Martha's Vineyard. George W. Bush amaba su rancho en Crawford, Texas, en donde se olvidaba de las frustraciones de estar recluido en Washington.

Pero todos estaban de guardia, todo el tiempo.

En 1983, Ronald Reagan interrumpió una estadía en su rancho de California cuando recibió noticias de que la Unión Soviética había derribado un vuelo de Korean Airlines.

Pero durante sus vacaciones, el estilo omnipresente de Trump se mantiene intacto.

"Este tipo es diferente", dice James Thurber, un experto en presidencia de la American University.

"Él nunca detiene la política. Utiliza estos descansos también para tener mitines. Está en modo de campaña permanente y usa el lenguaje para agitar su base y ser la historia principal", dijo.

Al igual que ocurre con la gente común, la elección del destino de vacaciones del presidente dice mucho sobre su persona.

Hace un siglo y medio, Ulysses S. Grant fue el primer presidente en funciones en quedarse en Martha's Vineyard. Muchos lo siguieron, atraídos por la atmósfera de la isla y la oportunidad de estar entre tantas personas ricas y bien conectadas.

Había otros como George W. Bush y Reagan a quienes les gustaba volver a sus raíces.

Pero Trump prefiere quedarse en su club de golf en Nueva Jersey, donde la inscripción cuesta alrededor de 350.000 dólares.

En invierno, se toma su tiempo libre en otro de sus resorts de golf, el club Mar-A-Lago en la soleada Florida.

La mayoría de las veces, el público no tiene idea de lo que sucede dentro del cordón de seguridad. Con el presidente en la residencia, estas comunidades se vuelven muy cerradas.

Pero cuando la Casa Blanca publica el aviso diario diciendo que Trump "no tiene eventos públicos programados", solo una cosa es segura: él programará algo.

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