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Volcán en Indonesia trae muerte y vida

La ceniza y piedras que despidió el Monte Kelud en Indonesia causaron muerte y destrucción, además de desbaratar el tránsito aéreo internacional, pero para muchos de los millones de personas que despejaban los escombros el sábado después de la erupción explosiva, significó también un hálito de vida para sus cultivos.

"Esta es una bendición después de todo", comentó Imam Choiri, un agricultor de 55 años que recogía la ceniza del camino para utilizar como fertilizante en su pequeña granja a pocos kilómetros del cráter, que seguía rugiendo y echando humo. Choiri dijo que los residentes creen que la ceniza ayuda a mantener a raya las pestes de los cultivos.

La erupción de la montaña de 1.730 metros (5.680 pies) en la isla de Java el jueves por la noche fue una de las más intensas en Indonesia en los últimos años. La ceniza volcánica fue despedida hasta a 600 kilómetros (370 millas) de distancia.

Cuatro personas, incluso una mujer de 97 años, murieron cuando se desplomaron los techos de sus viviendas bajo el peso de la ceniza. Más de 100.000 personas fueron evacuadas a refugios improvisados.

El sábado, los científicos dijeron que la actividad volcánica en el Kelud estaba mermando, siguiendo la tradición de ser una montaña que tras una erupción intensa se adormece más o menos por una década, pero las autoridades advirtieron que el agua del cráter, junto con la lluvia, podría provocar deslizamientos de tierra mortíferos con una lluvia de ceniza y rocas por los lechos de los ríos hasta pueblos y valles.

El ejército prohibió a los residentes que regresaran a sus casas en un radio de 10 kilómetros (6 millas) en torno del volcán, aunque muchos retornaron subrepticiamente para controlar su ganado y limpiar su finca. Las autoridades encontraban difícil impedir que la gente regresara, dado el dinero que los agricultores pueden perder si no atienden sus actividades y dijeron que unas 56.000 personas permanecían en 89 refugios.

"Tenemos que ordeñar las vacas. Si no lo hacemos pueden enfermar y morir", advirtió Marjito, un hombre de 45 años que viajaba en motocicleta con su esposa a su pueblo a unos 5 kilómetros (3 millas) del cráter.

"Tenemos mucho trabajo que hacer, incluso correr y escondernos de los efectivos de seguridad", afirmó su esposa Dinaya. Como muchos indonesios, ambos usan un solo nombre.

Seis aeropuertos en Java —la isla más poblada de Indonesia y hogar de más de la mitad de los 240 millones de habitantes— permanecían cerrados, incluso el centro aéreo internacional que sirve a la segunda ciudad del país, Surabaya. Las autoridades de transporte dijeron que se debía a la ceniza en la pista y en los aviones y no en la atmósfera y agregaron que probablemente reabrirán antes del lunes.