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Una vida dedicada a la lucha contra la mutilación genital femenina

Es "el combate de mi vida", dice la maliense Madina Bocoum Daff, mutilada en la infancia y que se desde hace años se consagra a la lucha contra la mutilación genital, que concierne a más de 125 millones de mujeres en el mundo.

Las consecuencias físicas y psicológicas de esa mutilación que se impone a las niñas marcan a éstas durante toda la vida, recuerda Madina Bocoum Daff, de 60 años de edad, que se encuentra en París en ocasión del Día Internacional de lucha contra la mutilación genital femenina, el 6 de febrero.

Natural del oeste de Malí, Madina es desde el año 2000 la coordinadora en su país de esa lucha en el marco de la ONG Plan Internacional.

Ella no se acuerda a qué edad fue mutilada. Ese ritual es practicado tradicionalmente en la pubertad pero a menudo se somete a él a las niñas de menos de cinco años.

"Nací en una familia que practicaba la mutilación genital en su forma más severa, la infibulación", que, además de la ablación de los órganos genitales externos, consiste en coser el orificio vaginal para estrecharlo, explica Madina a un grupo de periodistas.

Cuando se preparaba para casarse, supo que "el matrimonio no podía consumarse sin una nueva intervención". En la mayoría de los casos, esa operación es realizada a cuchillo, sin anestesia y en condiciones higiénicas lamentables, directamente en el suelo.

"Es un choque, un dolor que se guarda toda la vida", cuenta. A lo que hay que agregar los desgarramientos que sufrió en cada uno de sus seis partos.

Hay otras complicaciones posibles, como la incontinencia urinaria, explica. "Hay niñas que abandonan la escuela por eso, tienen vergüenza".

Y sin embargo, esa costumbre es tan antigua y tan enraizada que Madina, que estudió economía y sociología en una universidad francesa, hizo practicar la ablación genital a sus dos primeras hijas.

Desde que milita contra la mutilación sexual, lucha también contra las creencias y supersticiones que la alientan: Desde la creencia de que la religión musulmana la exige, lo que es falso, hasta la superstición de que una joven sin mutilar trae mala suerte o no puede tener hijos.

"Tratamos de encontrar argumentos para desmentir esas creencias, tomamos el ejemplo de etnias que no mutilan, explicamos las complicaciones médicas" que causan las mutilaciones.

Madina, a la que le llevó tiempo convencer a su propia madre, estima que el debates es "aceptado" hoy en Malí y que "las cosas avanzan".

Desde 2012, cuando los yihadistas controlaron el norte de Malí (lo que acarreó la intervención francesa en 2013) "la lucha contra la ablación genital retrocedió", porque "las prioridades cambiaron", señala Madina, que espera de todos modos que una ley prohibiéndola sea votada en los próximos años.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) censó en 2014 más de 125 millones de víctimas de mutilación genital femenina en 29 países de África y Oriente Medio.

Y, según la UNICEF, 30 millones de niñas podrían sufrirla en los próximos diez años.