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Los pobres serán decisivos en controvertidas elecciones de Nicaragua

Rodolfo Gaitán, un excombatiente sandinista que vende reposterías en un canasto que carga sobre sus hombros por un populoso mercado de la capital, dice que el domingo irá a votar para defender los beneficios que los pobres han obtenido con este gobierno.

"Si el pueblo estuviese en desacuerdo con este gobierno lo quitaría como ocurrió con (la dictadura de la familia) Somoza" en 1979, dice a la AFP el hombre de 54 años, mientras camina por el mercado "oriental" de Managua, donde gana unos 400 dólares al mes para alimentar a su familia.

Gaitán vive en una comarca cerca de la capital llamada San Rafael, donde dice que mucha gente ha recibido "gallinas, chanchos, láminas de zinc para techos y créditos" populares del gobierno para que puedan subsistir o emprender pequeños negocios.

"El poder está en el pueblo", dice el hombre, que fue favorecido dos veces con créditos de 350 dólares cada uno por el programa "Usura cero", uno de los proyectos que el gobierno del presidente Daniel Ortega ha impulsado en sectores pobres con parte de la cooperación venezolana.

Mario Lechado, quien barre y recoge basura del mercado en un carretón desde hace 26 años a cambio de 172 dólares al mes, afirma que irá a votar porque "el gobierno ha hecho buenas cosas".

Su mayor satisfacción es que sus seis hijos tengan la oportunidad de estudiar en un colegio público de manera gratuita para tener un futuro mejor que el suyo.

Ortega, de 70 años, busca el domingo obtener su cuarto mandato y tercero consecutivo desde 2007 con su esposa, Rosario Murillo, como candidata a la vicepresidencia por el Frente Sandinista (FSLN, izquierda).

El mandatario corre sin la participación de la oposición, que fue excluida de los comicios a causa de una controvertida sentencia judicial y ha llamado a la población a abstenerse de votar o sufragar nulo para impedir su reelección.

"Voy a votar por mi presidente porque nadie ha hecho lo que él hace", apunta Gloria Rodríguez, una jubilada de 91 años que cada mes recibe un paquete de alimentos del gobierno.

Ella vive en una de las casas que el gobierno construyó frente a la avenida Simón Bolívar de la capital para sus partidarios y las familias de exlabriegos que enfermaron por la exposición a agroquímicos en las antiguas bananeras.

Unos 4,2 millones de nicaragüenses están convocados a votar en las elecciones del domingo, a las que Ortega llega con un 69,8% de intención de voto, frente a cinco candidatos derechistas que tienen un escaso apoyo popular.

"Yo no voy a votar", dice Carlos Aragón, de 24 años, quien trabaja en una empresa que construye muebles para el gobierno por 140 dólares al mes, insuficientes para mantener a su esposa y pequeño hijo.

"Para tener un buen trabajo hay que tener buenos contactos (con el partido sandinista)", se queja el joven, quien admite que su abstención no evitará que el mandatario gane porque es el único candidato fuerte de la contienda.

"Yo soy sandinista, pero no danielista", dice molesto Eddy Gutiérrez, un exsoldado del ejército de 48 años, para quien "las elecciones son una estafa" por la ausencia de la oposición.

"No tengo por quién votar", coincide con tristeza Elvis Lanzas, de 28 años, un guardia de seguridad de una tienda, a quien le preocupa que en Nicaragua se instaure un modelo unipartidista similar al de Cuba.

"Esto es un drama", agrega el joven. Otros capitalinos rehusaron opinar sobre las votaciones.

Algunos empleados públicos denunciaron al diario La Prensa que fueron amenazados con el despido si el domingo no votan por el oficialismo.

Pese a la controversia, la capital, principal plaza electoral del sandinismo, lucía tranquila antes de las elecciones que serán resguardadas por más de 50.000 policías y militares.

FUENTE: AFP