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Las protestas compitieron con el apoyo al Papa en Barcelona

BARCELONA (AFP). Gritos de algarabía al paso del Papa durante su recorrido por Barcelona (noreste), pero también protestas, manifestaciones y sátiras mostraron la división de opiniones en el recibimiento a Benedicto XVI, que concluía su visita a España en la capital catalana.

Las protestas de colectivos homosexuales al paso del "papamóvil" compitieron con los "¡vivas!" o "¡viscas!" (viva en catalán) al Pontífice lanzados por los miles de fieles, que ondearon banderas españolas, catalanas y del Vaticano en las calles o en la plaza de la Sagrada Familia.

Un grupo de homosexuales se besaron en la boca ante la nueva basílica barcelonesa, poco después que el sumo pontífice saliera alrededor de las 9h00 locales (8h00 GMT) desde el Palacio Episcopal en el "papamóvil" que lo trasladó hasta la Sagrada Familia, donde lo esperaba una calurosa multitud al grito de "¡Viva el Papa! y "¡Visca el Papa!".

Mientras Benedicto XVI rezaba el Angelus bajo la fachada del nacimiento de la Sagrada Familia, alrededor de 2.000 personas --la mayoría jóvenes convocados por el sindicato anarquista CNT y organizaciones "antisistema"-- manifestaron su protesta contra su presencia bajo el lema "Ni Papa ni hostias" y "Jo no t'espero (Yo no te espero)".

Tras leerse manifiestos en los que se condenaba la posición de la Iglesia ante el matrimonio homosexual, el aborto y el papel de la mujer, los manifestantes interpretaron desde un escenario sátiras, como una canción diciendo "Benedicta, Benedicta, tu pluma se ve desde la luna", que las feministas finalmente impidieron por considerar que la feminización para criticar era ir contra su lucha en favor de la mujer.

Durante el paseo de Benedicto XVI, efectuado a una velocidad que decepcionó a gran parte de quienes se agolpaban para ver al pontífice, se vivieron escenas claras de fervor hacia el sucesor de Pedro, pero también algunos gritos de "fuera, fuera", sobre todo por los homosexuales que se besaban a su paso.

Envuelto en una bandera independentista catalana, David Flores, de 34 años, ve "normal" que haya tanto banderas españolas como catalanas, "como sucedió en los festejos del mundial" pasado en el que España se consagró campeona.

"Estamos en un país mitad y mitad y hay sentimientos compartidos", continuó con la aprobación de su mujer, Montse. Este vendedor de coches sostiene que "si hay reyertas y peleas, son por otras cosas", pero "ante un acontecimiento como éste estamos unidos".

En lado de la calle, alumnas del Colegio Sansueña de Zaragoza, megáfono en mano, gritan y cantan "¡que viva España!" o "¡el Papa ya está aquí!", mientras en el lado opuesto, varones del Colegio Claudio Coello de Madrid responden con un "¡viva Madrid, que salta junto al Papa!".

"Somos de Ecuador y trajimos a nuestros hijos para reforzarles el catolicismo. Aquí, entre la educación demasiado laica y en catalán, no vemos que nuestros hijos conozcan tan de cerca a la Iglesia católica", justifica Gladys Rivera, de 48 años.

En el Bar Gaudí, Feliciana, de 33 años, y Silvia Mesa, de 37, dos hermanas paraguayas de Itaupú que viven desde hace cuatro años en Barcelona, se felicitan de haber esperado un par de horas, "aunque pasó muy rápido".

"Ya ví un Papa, en mi país, en el 89", dice la mayor, recordando la visita de Juan Pablo II al país sudamericano.

Juan Carlos Pacheco, chileno, transportista de 45 años, agita una gran bandera de su país. Su grupo se alejó para tomar un café, pero él no disimula la alegría "de ver un Papa de cerca ya que el anterior que ví, en mi país, fue de muy lejos y me sabe muy mal que le haya dado la comunión a un asesino", refiriéndose al fallecido dictador Augusto Pinochet.

La mañana fue pasando y los barrenderos se apresuran a dejar las calles limpias, mientras el coordinador de la Cruz Roja que había montado dos carpas en la confluencia de Aragón y Marina, Salvador Parent, declara que "no hubo nada destacable.

"Todo fue muy rápido, el clima ayudó, no hubo ni desmayos ni accidentes", concluyó.

FUENTE: Agencia AFP

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