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La barriada "Country Club" de La Chorrera donde residentes conviven con ganado y lagartos

Una inversión de B/.39,995 que debió cristalizar el anhelo de obtener un hogar, es hoy, una pesadilla para cerca de 50 residentes del proyecto Sunset Country Club, ubicado en el distrito de La Chorrera.

Aquí en vez de amenidades en la barriada, los residentes, algunos de ellos propietarios que buscaron financiamientos con bancos y otros que fueron trasladados por quedar damnificados en Samaria, conviven con ganado en soltura y lagartos que llegan hasta sus viviendas a cualquier hora del día.

Ciro James, es uno de esos residentes que invirtió en el proyecto y quien hoy dio su testimonio en Telemetro Reporta. Desde hace un año que adquirió su vivienda, no ha podido disfrutar de la propiedad de la que dijo "tiene filtraciones por todos lados", no cuenta con electricidad, y fuera de esto ha sido amenazado por denunciar las irregularidades.

James denunció junto al abogado Víctor Martínez, que supuestos abogados de la promotora le ofrecieron dinero para que se mantenga en silencio, pero expresa que no se trata solamente de su situación sino de decenas de familias afectadas.

"Promocionaron un Country Club de La Chorrera cerca de todo, pero lo único que tiene de especial es que se pasean lagartos y vacas como Pedro por su casa", denunció el abogado Víctor Martínez.

El residente ha utilizado los canales legales como la conciliación a través de la Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia (Acodeco), sin obtener resultados.

Pero esta institución recuerda que este es uno de tantos casos planteados en el áerea inmobiliaria. Su administrador, Óscar García aseguró que del aproximado de 4,000 quejas que reciben cada año, el 25% es contra diferentes irregularidades en proyectos inmobiliarios y son las denuncias que encabezan el registro de la Acodeco.

García dijo que por ley, la garantía de las viviendas es de 10 años y que de no llegar a soluciones, los afectados tienen derecho a llevar la demanda ante tribunales asistidos por un abogado de oficio.

FUENTE: Irma Rodríguez Reyes