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Evangélicos cercan a la iglesia del papa en icónico barrio pobre de Panamá

Van casa por casa, Biblia en mano, por jóvenes como Roberto. Los evangélicos, en un barrio de Panamá, concentran hasta seis sedes en un perímetro de 200 metros para arrebatarle fieles a la Iglesia católica entre la juventud pobre y azotada por la violencia de las pandillas.

Anochece en El Chorrillo. De un bus descienden peregrinos que saldrán al encuentro del papa Francisco en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud-2019, que arrancó el martes.

Mientras se preparan para descansar en los alrededores del templo católico, Roberto Rodríguez, de 20 años, invoca fervoroso al Dios evangélico que lo sacó de un "mundo donde no quería estar": drogas, alcohol y rencillas.

Roberto fue católico hasta hace dos años.

En esta barriada, las iglesias compiten por el favor de los jóvenes que son víctimas o integran las pandillas que disputan por el control de bloques de coloridos y deteriorados edificios. "Yo estaba perdido", confiesa Roberto a la AFP.

Este ayudante de supermercado parece entrar en trance en la sala de un modesto apartamento. Tres predicadores le llevan a él y a un puñado de vecinos el primer mensaje de Dios del año.

"¡Denme un amén!", pide alzando la voz Juan Manuel Esquivel, un hombre alto y delgado que se declara "reformado" tras pasar 28 de sus 50 años de vida en prisión.

"¡Amén!", responde Roberto estremecido.

Sin grandes construcciones, los evangélicos logran cercar a la fe del Vaticano en Panamá.

El Chorrillo es un ejemplo de la pérdida de terreno de la iglesia de Roma en el continente con mayor número de católicos. Allí, iglesias protestantes como Hosanna han multiplicado su influencia a través de una red de células.

Alrededor de la iglesia católica Nuestra Señora de Fátima se levantan seis puntos evangélicos entre sitios de oración o de orientación para jóvenes, así como comedores populares.

Según los vecinos, los evangélicos comenzaron a proliferar hace 15 años. Ya son un 19% de los cuatro millones de habitantes en Panamá.

Es una "verdadera competencia para la iglesia católica", explica la experta Claire Nevache en un informe del centro de estudios de iniciativas democráticas Cidem.

En uno de los peligrosos callejones de El Chorrillo, donde la basura se acumula, Yamilka Carrión dirige el culto 'Valle de Beraca' en los bajos de un edificio.

Salvo por la policía, la presencia del Estado es precaria. Las iglesias llenan los vacíos que dejan familias rotas, la deserción escolar y la violencia juvenil.

"Hay necesidad, muchos jóvenes en riesgo (...), y nosotros estamos ahí", cuenta Yamilka, de 39 años y licenciada en mercadeo.

Además del desempleo, la violencia se ensaña con los jóvenes. En Panamá, más de la mitad de las 440 víctimas de homicidio en 2018 fueron menores de 30 años, según cifras oficiales. Un cuarto eran muchachos menores de 25.

Divididos en comunidades, los evangélicos crecieron entre los jóvenes con una sencilla pero efectiva estrategia: salir en su búsqueda en vez de esperarlos en un templo.

"Hay que llegar al callejón, a la escalera, a la casa (...). Que el joven sienta que tú te interesas por él", señaló la pastora Dalia Viveros, al frente de escuelas de "Ciudad de Alabanza".

Con 20.000 habitantes, El Chorrillo -cuna del mítico boxeador Roberto 'Mano de Piedra' Durán- fue devastado por la invasión estadounidense a Panamá en 1989.

Precisamente la histórica influencia norteamericana sobre este país (Estados Unidos, de mayoría protestante, alentó su independencia en 1903 para construir una vía interoceánica) abonó el terreno para la expansión evangélica, según expertos.

"Donde existe pobreza, marginación (...), las iglesias evangélicas ofrecen una experiencia de fe en un dios efervescente (...), movida por la catarsis", comenta el sacerdote Jonathan Vásquez.

"Se están extendiendo", admite el párroco de Nuestra Señora de Fátima.

Anexo al templo, un colegio y un orfanato sostenidos por la iglesia alimentan diariamente a unos 1.000 niños.

Competir con los evangélicos, no obstante, es complicado y hasta un "poco hostil". Existe "tensión, confrontación, porque es ver quién tiene la verdad y quién tiene la razón, con la Biblia en la mano", dice Vásquez.

Aun así, el cura cree que su iglesia está dando pelea ya que, cuando comenzó su labor pastoral, apenas cuatro jóvenes participaban en las actividades de la curia, y ahora son 33 muchachos que un viernes en la noche prefieren el templo a la fiesta.

Con el papa Francisco y su prédica a favor de la "periferia", el catolicismo se está acercando al "alejado, al perdido, al que sufre", añade.

FUENTE: AFP