Argentina 2015 - 

Jesús, María y José viajan en taxi por Buenos Aires en esta Navidad

Héctor Coquibus recorre desde hace cuatro décadas con su taxi unos 200 kilómetros diarios por las calles de Buenos Aires, pero para Navidad lleva unos compañeros de viaje muy especiales: san José, la Virgen María y el Niño Jesús reciben a los pasajeros desde el tablero.

Los personajes del belén asoman por detrás del volante, sobre el radio y debajo del taxímetro: rodeando al misterio, no faltan los pastores, ni los Reyes Magos ni la mula y el buey.

Transeúntes desprevenidos, muchas veces agobiados con el ritmo frenético del fin del año y el caos del tránsito de la capital argentina, se montan al taxi de Héctor e ingresan a otra dimensión.

Además de un pesebre, que desde hace varios años arma religiosamente cada 8 de diciembre, día de la Inmaculada, y desarma el 8 de enero, este taxista porteño, de 72 años, lleva también dos árboles de Navidad, uno dentro y otro sobre el techo, donde también viaja montado un muñeco de Papá Noel.

"La experiencia es hermosa y la vivo y la siento a través de los pasajeros. Ellos me hacen recordar constantemente que estamos en fiestas navideñas. Se asombran, se alegran, se emocionan. Recibo apretones de mano, elogios, besos", contó a Efe Héctor, casado, con tres hijos y varios nietos.

Conduce doce horas por día -recorre unos 200 kilómetros, calcula-, se baja cansado pero, asegura, feliz por lo que hace. Cada tanto, sobre ruedas, lo visita la "musa inspiradora", detiene la marcha y compone poemas de lo cotidiano. "El taxista es psicólogo y confesor, servidor en las urgencias del humano pormenor", recita al pasar.

"Me siento feliz por mí y por la gente. Me apasiona la gente y su reacción. Estamos tan ávidos de que nos traten bien que, cuando vemos algo así, distinto, nos emociona. Esa reacción es la que me pone bien: verlos felices. Y lo que yo pretendo es eso: que el pasajero disfrute del viaje", asegura.

Héctor dice que nunca ha vivido reacciones adversas y que los que no creen o son de otra religión siempre son respetuosos ante el clima navideño que se respira en su coche.

Mira al Niño Jesús a su derecha y se embelesa con su "dulzura". Sus padres le han enseñado desde niño "a creer en Dios" y, asegura, sigue creyendo en los Reyes Magos.

"Cuando era pequeño dejaba las ventanas abiertas para que los camellos entraran, dejaba el pasto y el agua. Era toda una ceremonia: me acostaba con mucho nervio y me despertaba con mucha ansiedad por ver lo que me traían los Reyes. Es algo imborrable y lo sigo predicando y practicando", cuenta.

Fueron los Magos de Oriente, de hecho, quienes a sus 8 años le trajeron un triciclo con el que jugaba a ser taxista. Su padre hacía de pasajero y le pagaba con caramelos.

Así nació su vocación, pero cuando Héctor creció, su padre se negó a que fuera taxista porque la consideraba una "profesión de vagos". Una semana antes de morir le pidió perdón por haber "frustrado" sus ideales. Héctor lo perdonó y luego se compró su primer taxi.

La afabilidad de Héctor no se limita a la época navideña: para el día de las madres llena su taxi de claveles y se los regala a las mamás que se suben y para el día del niño hace lo mismo pero con caramelos.

Además, entretiene a sus pasajeros cada día con ocurrencias: por ejemplo, lleva consigo una tarjeta roja y otra amarilla y, cual árbitro, se sale por la ventanilla y se las muestra con una sonrisa y mucho humor al transeúnte que no cruce por la senda peatonal.

"Los mimo, me miman... Es un día y vuelta. Los pasajeros se bajan, te agradecen y para mí esa es la mejor paga", asegura.

Este "taxi-pesebre" no tiene estrella de Belén, pero el nacimiento se ilumina de noche con la luz del cartel de "libre" del taxímetro: toda una invitación a "subirse" al misterio de la Navidad.