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Tiffany Haddish se ofrece voluntaria para presentar los próximos Óscar

Todavía no está claro si la entrega de premios contará con un presentador el año que viene tras celebrar su edición anterior sin uno, pero la actriz ya ha prometido que ella ofrecería una ceremonia muy alocada

Por primera vez en tres décadas, la pasada gala de los Óscar se desarrolló sin un maestro de ceremonias. En un principio estaba previsto de Kevin Hart afrontara ese reto del que no todos han salido bien parados, pero la aparición en escena de unos tuits antiguos en los que había realizado bromas de tintes homófobos le hicieron renunciar a conducir el evento y finalmente este se llevó a cabo sin un presentador.

La gran duda de cara al año que viene es si los productores de la noche más importante de la meca del cine volverán a apostar por esa fórmula, pero en caso de que decidan regresar al formato tradicional, Tiffany Haddish se ha apresurado a ofrecerse voluntaria para recoger el testigo de Jimmy Kimmel, que se puso al frente de la velada tanto en 2018 como en 2017, el infame año en que se entregó la estatuilla a Mejor Película al ganador equivocado.

La actriz y humorista ya ha pensado incluso qué tipo de entrega de premios le gustaría organizar: unos Óscar más transgresores y que obligaran a las estrellas de Hollywood a tomarse a sí mismas menos en serio, como sucede en los Globos de Oro.

"Sería muy divertido: haríamos concursos de twerking y todo eso. Sí, sería capaz de poner a hacer twerking sobre el escenario a la mismísima Meryl Streep junto a Susan Sarandon. Ya sabes, sería una locura...", ha prometido Tiffany a su paso por el programa de su buen amigo Jimmy Fallon.

Por otra parte, ella está convencida de que dirigir la entrega de los Óscar es un trabajo para dos personas y ha tratado de convencer a Fallon de que comparta esa responsabilidad con ella.

"Estaría dispuesta a aceptar una oferta de la Academia si lo hicieras conmigo. No creo que me gustara afrontar toda esa presión yo solita. Se me acabaría cayendo el pelo del estrés y tendría que empezar a llevar pelucas todo el tiempo. A no ser que me pagaran un montón de dinero. Entonces merecería la pena arriesgarse a quedarme calva".

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