Nacido con todo en contra hace cuatro décadas en tierra de hambrunas y ciclones, Bangladesh ha ingresado este mes en la lista del Banco Mundial de países de renta media baja, hito que no esconde múltiples desafíos pero que refleja sus notables avances sociales y económicos.
Ciudades-estado y pequeños países aparte, Bangladesh es la nación más densamente poblada del planeta: 160 millones de habitantes en un territorio vulnerable (147.000 kilómetros cuadrados) tres veces menor al de España surcado por el enorme delta del Ganges.
Tras la guerra de independencia de 1971, en la que se desgajó de Pakistán con ayuda de la India, pocos apostaban por su potencial.
Henry Kissinger, secretario de Estado estadounidense con Richard Nixon y Gerald Ford, acuñó el término "basket case", un país que siempre tendría que recibir fondos de ayuda internacionales, y expertos del Banco Mundial (BM) proclamaron que si la nación asiática era capaz de desarrollarse cualquiera podría hacerlo.
Al poco tiempo, el recién creado estado bengalí se sumió en turbulencias políticas, golpes militares y se convirtió en destino recurrente de organizaciones humanitarias.
Hoy Bangladesh es autosuficiente en arroz y otros alimentos, indicadores como la tasa de escolarización, la esperanza de vida o la mortalidad materna e infantil son mejores que en países vecinos del Sur de Asia y crece al 6 % desde hace una década.
Con un PIB per cápita anual de 1.080 dólares en el curso fiscal 2013-14, Bangladesh sigue siendo muy pobre y desigual (cerca de un tercio vive bajo el umbral de la pobreza) pero el BM lo ha desplazado del escalafón más bajo a un grupo que componen medio centenar de países como la India, Indonesia o Filipinas.
"Es un reconocimiento. Bangladesh recibirá beneficios: la valoración crediticia mejorará, los costes de transacción bajarán, será considerado un lugar menos arriesgado...", manifestó a Efe Mustafizur Rahman, director del Centro de Diálogo Político (CPD).
Para el experto local del Banco Mundial Zahid Husain, el logro se vertebra en piedras angulares en distintos momentos históricos: la revolución verde y mejora de la salud, el control de la natalidad, la introducción de manufacturas y el aumento de las remesas de emigrantes.
"La agricultura pasó en los setenta de ser de subsistencia a mecanizada con avances en irrigación y en la intensidad y variedad de los cultivos. El Gobierno inundó el país con condones, dio lungis y saris (prendas de ropa) a cambio de vasectomías y ligaduras de trompa, y la fertilidad bajó de 7 (hijos por mujer) a 2,2 actuales", recordó Husain.
En los ochenta, con el declive del yute, comenzó a potenciarse la industria de la confección textil, que con 4,4 millones de trabajadores exportó 24.500 millones de dólares el pasado ejercicio, mientras que más recientemente ha despuntado la industria farmacéutica.
En 2014, unos ocho millones de bangladesíes en la diáspora enviaron casi 15.000 millones de dólares en remesas, un músculo cada vez más fuerte que revierte sobre todo en las zonas rurales.
El gradual empoderamiento de la mujer es también analizado como un hecho clave.
Los líderes políticos bangladesíes han hecho bandera con llevar al país al terreno de la renta media, sin definir bien lo que ello significa, y estos días se congratulaban con el logro, aunque el futuro tiene muchas sombras.
"La inversión extranjera directa está estancada y solo se produce en sectores como el bancario, las telecomunicaciones o la energía. No se da en el comercio minorista ni en las manufacturas", criticó Husain.
Según el analista, las condiciones para crear negocios como el registro y adquisición de propiedades, pago de impuestos o la consecución y transmisión de electricidad dejan mucho que desear, al igual que el funcionamiento de las instituciones e infraestructuras.
Proyectos de envergadura como una autovía entre las principales ciudades, Dacca y Chittagong, o el metro de la capital llevan años sufriendo retrasos en los plazos, alimentados por la corrupción y las marañas burocráticas.
Los observadores coinciden en señalar que la inestabilidad política del país, auspiciada por dos partidos que se han alternado en el poder desde los noventa y agitado las calles cuando han estado en la oposición, frena mayores aspiraciones.
"El crecimiento aumentó en las primeras décadas del 3 al 5 % y luego al 6 %. Pero ya no se pasa de ahí", mantuvo Mustafizur Rahman.
Para el experto, Bangladesh debería aspirar a ser país de renta media alta, franja que comienza en los 4.126 dólares y llega hasta los 12.735.
Con la situación actual, el analista Husain cree, no obstante, que se tardará "al menos 25 años" en ascender a ese grupo, de no ser que el crecimiento del PIB pase a ser de doble dígito, todo un desafío.