SAHEL Internacionales - 

Al Qaeda y el Estado Islámico se disputan el control del Sahel

La alianza que acaba de proclamar públicamente el grupo yihadista Al Murabitún, dirigido por el histórico Mojtar Belmojtar, con Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) se observa en la zona como un reforzamiento de la postura de este último grupo en relación con el llamado Estado Islámico (EI o Daésh), su nuevo rival en el Sahel.

Aunque AQMI y Daésh compartan un mismo enemigo, los occidentales y sus gobiernos aliados en todo el Magreb y el Sahel, es un hecho que desde hace más de un año libran una batalla por el dominio de la región y el control de toda clase de tráficos ilegales, tanto de armas como de personas.

La batalla es principalmente táctica, pero en algunos lugares, como Libia, se ha traducido en enfrentamientos armados, según subraya en declaraciones a Efe Mahmud uld Abilmaali, experto mauritano y uno de los mejores conocedores del yihadismo regional.

Abilmaali es director de dos medios privados, la Radio Libre de Nuakchot y de la Agencia Nuakchot de Información (ANI), con acceso exclusivo a informaciones de los principales grupos yihadistas en el Sahel, y el propio Abilmaali ha entrevistado personalmente a varios de sus líderes.

El experto sostiene que AQMI sigue siendo la organización más importante, y aunque Daesh sigue ganando terreno, no tiene comparación posible con su espectacular avance en Siria e Irak.

El autodenominado Estado Islámico comenzó a hacerse presente en la región tras la caída del dictador libio, Muamar Gadafi, en 2011, mientras que Al Qaeda en el Magreb Islámico había visto la luz en 2006, surgida de un núcleo duro de rebeldes islamistas argelinos opuestos a todo compromiso con el gobierno de Argel y partidarios de seguir con la violencia.

En realidad, las raíces de AQMI hay que buscarlas en los años noventa del pasado siglo, y concretamente en el Grupo Islámico Armado (GIA), formado por jóvenes radicales argelinos furiosos por la anulación de las elecciones legislativas de 1991 y la prohibición del partido que había ganado su primera vuelta, el Frente Islámico de Salvación (FIS)

En medio de una guerra civil que nunca dijo su nombre y mientras el ejército argelino combatía sin descanso al GIA, este movimiento derivó en 1998 en otro llamado Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), que en 2006 proclamó su lealtad a Osama bin Laden y pasó a llamarse Al Qaeda en el Magreb Islámico, con una "vocación norteafricana" y ya no solo argelina.

De AQMI han surgido en los últimos años varias escisiones por razones tácticas (y no tanto ideológicas), como el Monoteísmo y Yihad en el Norte de África (MYAO), formado en 2011, y el partido de Al Mulazamún (los enturbantados), en 2012.

El especialista recuerda que en 2013 estos dos últimos movimientos se fusionaron para formar Al Murabitún (o "los almorávides"), dirigidos por uno de los hombres más perseguidos y escurridizos de todo el norte de África, Mojtar Belmojtar.

La pasada semana se hizo pública una grabación de audio en la que Belmojtar anunciaba su regreso a la "matriz" de AQMI (dirigida por otro histórico argelino, Abdelmalek Drukdel) para formar juntos "una alianza contra Francia", la antigua metrópoli en toda la región del Sahel y aún hoy principal socio económico, político y militar de sus regímenes.

En el universo yihadista, pero fuera de esta alianza, está Ansar Dine, un grupo maliense dirigido por el independentista Iyad Ag Ghali, un hombre que en sus últimos años ha derivado a un salafismo cada vez más radical y que aglutina en torno a su persona a las tribus "ifoghas" del norte de Mali.

Al tablero se añade Boko Haram, que actúa principalmente en Nigeria pero con ramificaciones en Níger y Chad, y que está dirigido por Abubakr Chikao. "Inicialmente ligado a AQMI, que le proporcionó adiestramiento y armas, el grupo terminó siendo leal al Daésh (con excepción de su rama sudanesa, aún fiel a AQMI)", explica Abilmaali.

El especialista no duda en que la partida se está jugando actualmente en el territorio del norte de Mali, donde los yihadistas llevan años conviviendo con la población local "frustrada por la actitud racista y discriminatoria de los gobiernos de Bamako para con el norte de país y por las masacres cometidas por el ejército con sus habitantes (tuaregs y árabes)", afirma.

Aunque resulte contradictorio con el espíritu supuestamente universalista del yihadismo, en Mali las lealtades pasan antes por la etnia o la tribu: los ifoghas están con Ansar Dine, los árabes malienses con MYAO y los peuls con el Frente de Liberación de Macina.

Todos se mueven como pez en el agua en el inhóspito norte maliense, donde es facilísimo -afirma- encontrar armas en un mercado rebosante desde la caída del régimen de Gadafi y el saqueo de sus arsenales militares.

Abilmaali recuerda, en todo caso, que aunque AQMI continúe reinando entre estos grupos, sus miembros han demostrado tener capacidad de independencia o de desobediencia, por lo que las alianzas no deben considerarse eternas.

En este río revuelto, Daésh está penetrando poco a poco y ganándose la adhesión de grupos "menores", como Yund al Jilafa en Argelia, el Consejo de la Chura y de la Juventud de Darna y Sebha (en Libia) o Abul Walid Asaharauis en Mali.

En esta nota: