Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro podrían resultar letales para los negros pobres de la ciudad, advirtieron el miércoles una delegación de estadounidenses del movimiento Black Lives Matter y grupos activistas locales.
Los estadounidenses del grupo, cuyo nombre significa "Las Vidas de los Negros Importan", realizan un gira de cuatro días a Río con el objetivo de resaltar los riesgos que representa el enorme aparato olímpico de seguridad en un país donde las Naciones Unidas concluyó en un informe que los agentes de la ley son responsables de una "porción importante" de las casi 60.000 muertes por violencia al año.
Durante la justa a realizarse del 5 al 21 de agosto, unos 85.000 soldados y policías patrullarán las calles en un intento por resguardar una ciudad notablemente peligrosa para los 10.000 deportistas y los entre 350.000 y 500.000 espectadores extranjeros que anticipan la visiten durante las competencias. Eso representa prácticamente el doble del contingente de seguridad desplegado durante los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.
Pero aunque el masivo aparato de seguridad podría evitar que los visitantes extranjeros sean testigos de los asaltos a mano armada, robos de autos y balaceras entre pandillas de narcotraficantes que forman parte de la vida habitual en Río, los activistas estadounidenses y sus contrapartes locales advirtieron que el incremento en la presencia policiaca podría resultar en un aumento de muertes a manos de la policía.
"Estamos enterándonos de los costos de construcción de las sedes olímpicas, del agua sucia, del zika y de la delincuencia, pero quiero que el mundo sepa del horror de que los policías asesinen a ciudadanos como parte de las preparaciones olímpicas", comentó Elizabeth Martin, una mujer de Massachusetts cuyo sobrino Joseph murió baleado en 2007 por un policía que estaba de descanso mientras celebraba su cumpleaños 30 en Río.
Brazil Police Watch, el grupo que fundó Martin tras la muerte de Joseph, organizó el viaje de Black Lives Matter.
Los seis activistas estadounidenses comenzaron su visita a Río con una emotiva reunión con los familiares de víctimas de violencia policiaca, líderes comunitarios y activistas antirracismo. Por medio de intérpretes, ambos grupos compartieron sus historias personales y conversaron sobre las similitudes de ser negro tanto en Brasil como en Estados Unidos. Ambas agrupaciones se quejaron de discriminación racial, muertes a manos de la policía y la criminalización en las comunidades pobres.
"Es importante que nos mantengamos unidos porque sabemos que esta violencia está vinculada", dijo Daunasia Yancey, activista de Black Lives Matter en Boston. "La violencia contra los negros es global, como también lo es nuestra resistencia".
Afirmó que tanto en Estados Unidos como en Brasil las muertes de jóvenes negros a manos de la policía son problemas sistémicos. "No es sólo un caso de un mal policía. Este es un sistema de hacer labor policíaca, es la manera en que funciona la policía", subrayó.
Monica Cunha, residente de Río y cuyo hijo, Rafael, murió a manos de la policía en 2006, estuvo de acuerdo.
En Brasil, dijo Cunha, "ser negro hoy en día es quedar marcado" para morir, a menudo a manos de los agentes de la ley.
Aunque se desconoce con claridad el alcance de las muertes a manos de policías en Brasil, activistas por los derechos humanos y organizaciones internacionales acusan desde hace tiempo a la policía de esa nación sudamericana de realizar frecuentes ejecuciones extrajudiciales, que a menudo son acompañadas de la explicación oficial de que el sospechoso "murió al resistirse al arresto".
La sección en Río de Amnistía Internacional estima que la policía fue responsable de una de cada cinco muertes violentas en el estado durante 2015. El organismo internacional de defensa de los derechos humanos recalcó que las muertes a manos de la policía se incrementaron cerca de un 40% en el estado de Río durante la realización del Mundial de fútbol en 2014.
Activistas de Black Lives Matter afirmaron que en lo que va del año más de 600 personas han muerto a manos de la policía en Estados Unidos.
Durante la reunión se mencionaron polémicos fallecimientos a manos de policías tanto en Brasil como en Estados Unidos: Alton Sterling en Baton Rouge, Louisiana; Philando Castile en Minnesota; Michael Brown en Ferguson, Missouri; la masacre de ocho niños indigentes afuera de la iglesia de la Candelaria en Río en 1993; la muerte de cinco jóvenes en un suburbio de Río en diciembre pasado, cuando la policía le disparó a su vehículo.
John Selders, un pastor de Hartford, Connecticut, dijo que las semejanzas entre las situaciones de los negros en Brasil y Estados Unidos forman un vínculo que va más allá de las barreras culturales y del idioma.
"No están solos aquí en Brasil", dijo Selders, mientras un intérprete repetía sus palabras al portugués. "Nosotros somos ustedes. Ustedes son nosotros. Somos un solo pueblo".