México está movilizándose para resistir las políticas del presidente Donald Trump de varias maneras, que van desde delicadas hasta extrañas.
Negociadores mexicanos están trabajando en un acuerdo comercial con Europa a fin de reducir la dependencia en los mercados estadounidenses, después de que Trump prometiera renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y su determinación a evitar que empresas estadounidenses trasladen sus plantas al sur de la frontera. Estados Unidos recibe tres cuartas partes de las exportaciones mexicanas y abastece la mitad de las importaciones de México.
Debido a la postura antiinmigrante de Trump, México ha establecido talleres y líneas telefónicas gratuitas para informar a los migrantes sobre los derechos que tienen en caso de que los envíen de regreso a su país, aunque las deportaciones han bajado en un 13% desde que Trump asumió la presidencia.
Tan comunes son los anuncios de servicio público sobre lo que los migrantes deben hacer si es que los agentes de inmigración llegan a su casa —no abran la puerta, pregunten a los agentes que se identifiquen y pidan ver las órdenes de arresto— que radioescuchas en la Ciudad de México ahora probablemente saben más sobre cómo tratar con agentes estadounidenses de inmigración que con policías locales corruptos, o sobre otros asuntos públicos apremiantes como el combate contra el dengue o el zika.
Pero las políticas de Trump y sus comentarios sobre México también han provocado conjeturas raras y desenterrado unos fantasmas muy viejos.
Durante los últimos 30 años, el abogado Guillermo Hamdan ha pasado su tiempo libre preparando argumentos legales para invalidar el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, a través del cual México recibió 15 millones de Estados Unidos pero cedió California y la mayor parte de Arizona, Nevada, Utah, y partes de Colorado, Wyoming y Nuevo México. Estos territorios han sido parte de Estados Unidos por casi 170 años, casi siete veces más tiempo que el período cuando fueron parte de México independiente.
Hamdan alega que el tratado es inválido porque fue firmado bajo coerción como resultado de la guerra entre ambos países (1846-1848), iniciada con una invasión estadounidense. Una victoria mexicana requeriría que Estados Unidos devolviera gran parte del territorio o pague reparaciones que Hamdan considera "incalculables".
FUENTE: AP