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Odebrecht espera limpiar el desastre de Lava Jato en cuatro años

Odebrecht pasó en menos de tres años de ser la mayor constructora de América Latina a encarnar lo peor de la relación siempre resbaladiza entre política y poder económico.

El desastre de Lava Jato acorraló a la firma brasileña, que confesó a las autoridades haber pagado más de 3.000 millones de dólares en sobornos en América Latina y África.

Ahora, en ruta hacia su reinvención, la directora del área de "Conformidad" (buenas prácticas), Olga Pontes, dijo que el grupo trabaja para recuperar su reputación en cuatro años.

En una entrevista con la AFP el jueves por la tarde, Pontes, de 41 años, repitió como un mantra palabras como "transformación" y "cambio" y detalló la "conversión" que atraviesa la organización.

P: ¿Puede Odebrecht limpiar su nombre?

R: No tiene otro camino que no sea recuperar su reputación. Odebrecht no es la única empresa controlada por una familia, ni la única que tiene el apellido de esa familia en su nombre. Tampoco es la primera que haya pasado por una crisis. Hay una lista de empresas que en los últimos diez años atravesaron crisis de reputación similares (y) no tengo evidencias de que alguna de ellas no se haya recuperado [mencionó a la alemana Siemens y la estadounidense GE].

¿Por qué no Odebrecht? Entiendo que las acciones que ya tomamos van a ser reverberadas por la sociedad y reconocidas a su debido tiempo. Se aprende de los errores. Nosotros reconocimos que nos equivocamos y pedimos disculpas a la sociedad.

P: ¿Cuándo se verán los resultados?

R: Tenemos un plan para recuperar la reputación bastante agresivo (...); estamos trabajando fuertemente para recuperarla a los niveles previos a la crisis en cuatro años.

Al mismo tiempo se implementó en febrero un proceso de vigilancia independiente de parte de autoridades estadounidenses y brasileñas. Tenemos controladores con mucha experiencia y una altísima competencia.

P: ¿Era una cuestión de supervivencia?

R: El mundo corporativo se vuelve más exigente, más regulado. Hoy en día tener las prácticas que está implementando Odebrecht [control separado de prácticas de gestión, creación de consejos independientes en todas las unidades de negocios] es una cuestión de supervivencia. Y no solo para quien pasó por una crisis de su reputación.

P: Odebrecht puso en venta activos, redujo su personal y perdió una camada entera de ejecutivos por el escándalo ¿cómo la afectó?

R: Hubo un cambio de comando [Marcelo Odebrecht, expresidente está preso en Curitiba y su padre Emilio sigue transitoriamente en la firma por un acuerdo con la justicia para que ayude en la transición].

Hubo ejecutivos que salieron y otros que llegaron. Los que colaboraron con la justicia, aproximadamente cincuenta, dejaron la organización, y un poco más de veinte siguen trabajando con autorización de la justicia porque las propias autoridades entendieron que eran esenciales para el futuro.

P: ¿Cómo trata la sociedad brasileña a un integrante de Odebrecht?

R: Como ciudadana, y al igual que miles de los integrantes de nuestra empresa, no nos enorgullece lo que pasó. Aún menos a los que formamos parte de la empresa. Pero nos da orgullo y nos hace luchar la determinación de Odebrecht para cambiar. Tenemos la esperanza de que la firma sea reconocida como una empresa capaz de transformarse y demostrar la capacidad técnica que tuvo a lo largo de las últimas décadas, que hoy están totalmente tapadas por el escándalo.

P: ¿Si Odebrecht vuelve a cometer un nuevo delito, como afectaría los acuerdos en Brasil y Estados Unidos?

R: Detectar [eventuales] irregularidades es ahora una obligación. Tener un área robusta de buenas prácticas permitirá prevenir. Y si se detecta un acto de corrupción hay que comunicarlo inmediatamente. Identificarlo no es el problema. Identificarlo y callar es el problema.

FUENTE: AFP

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