El presidente Joe Biden se comunicó el viernes por primera vez con gobernantes extranjeros en su calidad de comandante en jefe de Estados Unidos, llamándole al mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador y al primer ministro canadiense Justin Trudeau en un momento de tensión en los vínculos de Washington con sus vecinos de América del Norte.
Biden conversó con López Obrador días después de que el presidente de México acusara a la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) de inventarle cargos de narcotráfico al general Salvador Cienfuegos, exsecretario de Defensa.
Aunque México ha mantenido su compromiso de impedir el tránsito de grandes contingentes de migrantes centroamericanos hacia la frontera con Estados Unidos, no han faltado los puntos de fricción entre ambos países.
México exigió la devolución de Cienfuegos después de que fue arrestado en Los Ángeles en octubre, amenazando con restringir las actividades de los agentes estadounidenses en el país latinoamericano si él no era enviado de regreso. Los fiscales federales en Estados Unidos aceptaron retirar los cargos y regresar a Cienfuegos a México.
Sin embargo, de todas formas el Congreso mexicano aprobó una ley que restringe las actividades de los agentes extranjeros y les retiró la inmunidad, al tiempo que el gobierno publicó los cargos federales presentados contra Cienfuegos, a quien la Fiscalía General de la República exoneró rápidamente.
“Conversamos con el presidente Biden, fue amable y respetuoso. Tratamos asuntos relacionados con la migración, el #COVID19 y la cooperación para el desarrollo y el bienestar. Todo indica que serán buenas las relaciones por el bien de nuestros pueblos y naciones", señaló López Obrador en Facebook.
Biden también dialogó con Trudeau, quien esta semana manifestó públicamente su descontento con una decisión del nuevo mandatario, que en uno de sus primeros actos como presidente emitió una orden ejecutiva para suspender la construcción del oleoducto Keystone XL. Se planeaba que el polémico proyecto transportara unos 800.000 barriles de petróleo al día desde las arenas bituminosas de la provincia de Alberta hasta la costa de Texas en el Golfo de México, pasando por Montana, Dakota del Sur, Nebraska, Kansas y Oklahoma.
En su conversación privada, Biden le dijo a Trudeau que con la orden ejecutiva cumplía un compromiso de campaña de parar la construcción del oleoducto, según indicó un alto funcionario canadiense a The Associated Press, el cual solicitó guardar el anonimato para poder hacer declaraciones sobre la conversación privada entre los gobernantes.
La Casa Blanca señaló en un comunicado que Biden reconoció la molestia de Trudeau por la decisión sobre Keystone.
El premier canadiense le dijo a la prensa antes de la llamada del viernes que no permitiría que sus diferencias con Biden sobre el proyecto se convirtieran en una fuente de tensiones en las relaciones entre Washington y Ottawa.
“No siempre va a haber una alineación perfecta con Estados Unidos”, declaró Trudeau. “Es el caso con cualquier presidente, pero estamos en una situación en la que estamos mucho más alineados en cuanto a valores y enfoque. Tengo muchas ganas de trabajar con el presidente Biden”.
Biden firmó la orden ejecutiva para detener la construcción del oleoducto horas después de que asumiera la presidencia.
“Dejar vigente el permiso para el oleoducto Keystone XL no sería congruente con los imperativos económicos y climáticos de mi gobierno”, dijo Biden en su orden ejecutiva.
Los detractores afirman que las crecientes operaciones elevan las emisiones de gases de efecto invernadero y amenazan los ríos y bosques de Alberta. En la parte estadounidense, los ambientalistas se dijeron preocupados de que el oleoducto —que cruzaría el Acuífero de Ogalla, uno de los depósitos subterráneos de agua dulce más grandes del mundo— fuese demasiado riesgoso.
Por su parte, los que lo promueven dicen que generaría miles de empleos en ambos países.
El proyecto fue propuesto en 2008, y se ha vuelto emblemático de las tensiones entre el desarrollo económico y la reducción de las emisiones por la quema de combustibles fósiles que están causando el cambio climático. El gobierno del presidente Barack Obama lo rechazó, pero el presidente Donald Trump lo reactivó y le dio un fuerte respaldo. La construcción ya había comenzado.
Biden y Trudeau también conversaron sobre la posibilidad de que Canadá reciba la vacuna contra el COVID-19 de la planta de la farmacéutica Pfizer en Kalamazoo, Michigan, según un segundo alto funcionario canadiense que solicitó el anonimato para poder hablar sobre una conversación privada.
Canadá está recibiendo todas sus dosis de Pfizer de una instalación de la compañía en Puurs, Bélgica, pero la farmacéutica le informó al gobierno canadiense que no le mandará ninguna dosis la próxima semana y en las próximas tres semanas recibirá 50% menos de lo previsto. El premier de Ontario, Doug Ford, ha solicitado públicamente a Biden que comparta un millón de dosis fabricadas en la instalación de Pfizer en Michigan.
Washington tiene un acuerdo con Pfizer en el que las primeras 100 millones de dosis de la vacuna producida en el país serán propiedad del gobierno estadounidense para distribuirlas en Estados Unidos. Anina Anand, la ministra de adquisiciones federales de Canadá, ha dicho que las dosis fabricadas en la planta de Michigan son para distribuirlas en Estados Unidos.
Ambos gobernantes también conversaron ampliamente sobre asuntos de comercio, defensa y el clima. Trudeau planteó asimismo los casos de dos canadienses encarcelados en China al parecer en represalia por el arresto de una alta ejecutiva de Huawei detenida en Canadá por una solicitud estadounidense de extradición, según la oficina del primer ministro.
FUENTE: AP