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Economía rusa se contrae menos que otras durante la pandemia

Valentina Konstantinova recuerda perfectamente cuando se dispuso el primer confinamiento por el coronavirus hace un año. Su hotel-boutique de 18 habitaciones, llamado “Skazka”, o Cuento de Hadas, estaba repleto, y en un par de días quedaba un solo huésped.

“Sigo sin comprender cómo puede ser que la gente desaparezca de repente”, comentó. El confinamiento duró seis semanas. Con el cierre de fronteras, el panorama era negro para su negocio.

Un año después, Skazka sigue abierto, aunque con menos huéspedes que antes.

Rusia nunca volvió a implementar un confinamiento total desde esa vez y, como resultado, su economía y muchos negocios no sufrieron tanto como los de otras naciones durante la pandemia . La tasa de mortalidad, no obstante, sí subió.

Cuando las infecciones aumentaron de nuevo en el otoño, el gobierno se abstuvo de imponer restricciones que hubiesen forzado el cierre de numerosos negocios.

De haber habido otro confinamiento, ”ya habríamos cerrado”, expresó Konstantinova.

El confinamiento de seis semanas de todos modos afectó una economía débil y aumentó la frustración de los rusos con la pérdida de su nivel adquisitivo y un empeoramiento en las condiciones de vida. La popularidad del presidente Vladimir Putin bajó del 69% en febrero del 2020 a su mínima histórica, 59%, dos meses después antes de volver a subir, según el Centro Levada, la principal encuestadora independiente de Rusia.

Las industrias y empresas permanecieron mayormente abiertas el resto del 2020. Algunas regiones fijaron restricciones a las horas o la capacidad de los bares, restaurantes y otros comercios, pero rara vez fueron cerrados todos juntos.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el producto bruto interno de Rusia bajó apenas un 3,6%, poquito por encima del promedio mundial de 3,4%. A título de comparación, el PBI de Gran Bretaña mermó un 9,9%, el de Francia un 8,2%, el de Alemania un 5,3% y el de Canadá un 5,4%.

De todos modos, fue la caída más pronunciada que sufre Rusia desde el 2009. En los últimos años su PBI subió a un ritmo del 1% o 2% anual.

Paralelamente, Rusia registró un significativo aumento en sus tasas de mortalidad, de acuerdo con Sergei Guriev, profesor de economía del Instituto Po de estudios políticos de París. En total en el 2020 hubo 324.000 muertes más que en el año previo, según la agencia de estadísticas Rosstat.

El país registró 97.000 muertes por el COVID-19, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, aunque expertos dicen que la cifra real probablemente sea más alta. La misma Rosstat cree que más de 200.000 personas fallecieron por el COVID-19 entre abril del 2020 y enero del 2021.

“Estas pérdidas pudieron haberse evitado. Son el precio que pagó la economía rusa por no paralizarse y explica el que el PBI ruso haya bajado solo un 3%”, declaró Guriev.

Algunos negocios pequeños y medianos tuvieron que agudizar el ingenio para sobrevivir ya que el gobierno se limitó a diferir el pago de impuestos, dio préstamos ventajosos, aunque a poca gente, y algunos subsidios pequeños. Muchos no tienen hoy el nivel de ingresos de antes de la pandemia.

Casi el 60% de las firmas que participaron en una consulta del defensor del pueblo Boris Titov dijeron que la demanda de productos y servicios no es la misma de antes.

Los ingresoso de los rusos cayeron un 3,5% el año pasado, indicó Guriev, acotando que el gobierno ruso dio mucho menos apoyo a empresas y consumidores que en otros países, donde los gobiernos tomaron medidas “de una generosidad sin precedentes”, según Guriev.

Algunos negocios se negaron a acatar las restricciones.

En San Petersburgo, donde se impusieron severas medidas tras un rebrote del virus en los feriados de año nuevo, se ignoró la orden de cerrar entre el 31 de diciembre y el 3 de enero y de no permanecer abiertos después de las siete de la tarde durante una semana a partir de esa fecha.

Decenas de negocios se plegaron al “Mapa de la Resistencia”, un portal que tuvo corta vida que indicaba qué bares y restaurantes se negaban a acatar las restricciones.

“¿Qué se supone que teníamos que hacer para sobrevivir?”, preguntó Mijail Kavin, administrador del bar Commode, pegado al famoso Nevsky Prospekt, con salones que llevan los nombres de grandes figuras de la cultura, como “Gershwin”, “Brando”, “Rockefeller” y “Lebowski”.

“La gente tiene que comer y que trabajar. Las autoridades no querían dialogar. No ofrecieron ayuda alguna, ni a los empleados ni a los patrones”, expresó. El Mapa de la Resistencia “fue la única forma que tuvimos de hacernos escuchar”.

La policía allanó el Commode a principios de diciembre por servir comida a puertas cerradas después de las 11 de la noche. Videos del local muestran el ingreso de los agentes, que hicieron que la gente se tendiese en el suelo y a muchos les pegaron con sus bastones.

Las autoridades finalmente levantaron algunas restricciones. Los cafés, restaurantes y bares no pudieron operar del 31 de diciembre al 3 de enero a menos que tuviesen “terrazas de invierno” que les permitiesen acomodar gente afuera, pero a partir de la semana siguiente pudieron atender de seis de la mañana a las 11 de la noche.

Commode siguió funcionando a pesar de las restricciones. De todos modos, sus ventas no alcanzaron los nivelas de antes de la pandemia, según Kevin.

“Tal vez hubo algunas excepciones, pero va a pasar mucho, mucho tiempo antes de que nos recuperemos plenamente”, pronosticó.

FUENTE: AP