Paul Gregoline está en la cama, esperando a la persona que lo ayudará a levantarse, lo bañará y lo arreglará. Gregoline tiene 92 años, padece del mal de Alzheimer y necesita una mano en todos sus quehaceres diarios. Pero cuando el asistente llega, no es muy diferente que su cliente, calvo y con lentes.
"Somos un par de viejos", bromea Warren Manchess, de 74 años y asistente de Gregoline.
En momentos que aumenta la demanda de servicios a personas mayores por parte de asistentes de enfermería, de asilos y otros perfiles similares con el envejecimiento de la generación de posguerra, también aumenta el empleo de personas mayores en esas profesiones. El nuevo rostro de los asistentes de ancianos tiene cada vez más arrugas.
Entre la población general de las personas que prestan este tipo de servicios, se proyecta que 29% tengan 55 años o más para 2018, un alza en comparación con 22% un decenio anterior, según un análisis del Instituto de Servicios Médicos Paraprofesionales (PHI), una organización sin fines de lucro de Nueva York que defiende los derechos de los trabajadores que cuidan a los ancianos y desvalidos del país.
En algunos segmentos de la fuerza laboral, incluidos los asistentes de cuidados personales y asilos, los que tienen 55 años o más son el mayor grupo demográfico.
"Creo que la gente se sorprende de que esta fuerza laboral tenga los años que tiene", dijo Abby Marquand, investigadora de PHI. "Muchas veces son personas que padecen de enfermedades crónicas que tienen que hacer acopio de energía para realizar la labor física que exigen los cuidados".
Manchess estaba retirado pero se fue a trabajar con Home Instead Senior Care después de cuidar de su suegra, que también tenía Alzheimer y a quien consideraba su heroína. La experiencia, aunque fura, lo inspiró a su nueva carrera.
Tres días a la semana llega a casa de Gregoline, lo que permite tomarse un descanso a la esposa del electricista retirado. Entonces afeita cuidadosamente y viste a su cliente, le prepara el desayuno y el almuerzo, limpia la casa y otras labores menores. Entonces lava y seca la ropa y arropa a Gregoline con una toalla recién sacada de la secadora, le lee la página de deportes del diario para mantenerlo al tanto de sus queridos Bears y a veces saca el dominó para pasar el tiempo.
Manchess lleva casi un año trabajando con Gregoline y los dos hombres se llevan bien. Los otros asistentes que atendieron a Gregoline tenían unos veinte y tantos años.
"La edad puede ser una ventaja", dijo Manchess, y menciona los temas comunes de conversación y experiencia de la vida, incluidos sus propios problemas de salud, los achaques que vienen con los años. "Nos llevamos muy bien. Quizás hasta le parecí alguien conocido".
En todo el país, las agencias de servicios a personas de la tercera edad observan un aumento sustancial en la cantidad de trabajadores mayores. Aproximadamente la mitad de los 65.000 asistentes de Home Instead tienen más de 60 años. Otro proveedor de servicios a domicilio a personas mayores, dice que aproximadamente 30% de sus empleados tienen más de 50 años. Y por lo menos una red de servicios se basa completamente en el modelo de contratar a personas de la tercera edad.
Como en la mayoría de los trabajos, parte del aumento en la cantidad de empleados de la tercera edad se debe al envejecimiento general de la población y a la tendencia de trabajar más años.
Por con el cambio constante de personal y la necesidad permanente de más empleados, las agencias de cuidados a domicilio han mostrado la disposición de contratar a personas mayores que tienen problemas para encontrar trabajo para suplementar sus ingresos de retiro.
Manchess fue piloto de la Fuerza Aérea, después agente de bienes raíces y después conductor de autobuses escolares antes de ser un cuidador profesional. Mientras Gregoline come poco a poco su emparedado de jamón, Manchess termina su turno y reflexiona al considerar las carreras de su vida.
"Creo que esto es tan gratificante, quizás más, que cualquier otra cosa que haya hecho", dijo.