Desde principios de este siglo se había logrado establecer una barrera biológica en la selva de Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, contra el gusano barrenador, que puede generar lesiones graves en animales de sangre caliente, impidiendo su avance desde Suramérica. Sin embargo, un cúmulo de factores provocó que penetrara hacia el norte, y ahora se lucha en varios frentes para recuperar el control.
Aunque puede afectar desde humanos a perros, es en general el ganado el que se ve más golpeado por esta plaga, porque es un animal de gran tamaño y el modelo de ganadería extensiva en Centroamérica y México, en el que se deja al animal pastar sin prestarle demasiada atención durante días, es más propenso a que cualquier herida puede resultar infectada por el gusano barrenador sin que sea tratada a tiempo.
"El animal sufre mucho porque es una cosa que le come la carne. Y el animal se adelgaza, no come (...) muchos problemas, mucho gusano, demasiado", asegura a EFE Nelson Moreno, encargado desde hace 27 años de una finca ganadera en la provincia de Darién.
Acompañado de decenas de reses, Moreno explica que es necesario estar pendiente del ganado "todos los días", porque en una semana el gusano barrenador "come la carne y lo mata", o "pierden la oreja, pierden una pata".
Una lucha que comenzó en la década de 1950
La Comisión Panamá-Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (COPEG) detalla en su web cómo el programa contra esta plaga, endémica en gran parte del continente, se inició en EE.UU. en los años 50 del siglo pasado como respuesta de los ganaderos por reducir las constantes pérdidas ocasionadas por esta larva, de la que fue declarado libre en 1966.
Además de la concienciación de los ganaderos, en el proceso fue clave la implementación de la técnica del insecto estéril, que implica la cría en masa y la esterilización, por medio de la radiación, de moscas del gusano barrenador, que al soltar luego millones de ellas en zonas afectadas por la plaga, se aparean con hembras silvestres sin que haya descendencia, reduciendo drásticamente la población de este insecto.
Tras Estados Unidos, este plan continuó su expansión con éxito por Centroamérica y en 1994 se creó la COPEG en Panamá, país que en 2006 fue declarado libre de gusano barrenador, a excepción de la provincia de Darién, convirtiéndose esta frontera en la última barrera biológica permanente contra la plaga para evitar su avance al norte.
Ese mismo año se inauguró en Panamá una planta con capacidad para generar 100 millones de insectos estériles por semana, convirtiéndose en la única operativa tras cerrar o cambiar las funciones de otras dos en Estados Unidos y México.
Hasta que en enero de 2023 se reactivó la situación de emergencia por gusano barrenador en Panamá, desencadenándose un avance imparable hacia el norte: primero Costa Rica, expandiéndose por el resto de países hasta llegar a México.
FUENTE: EFE