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Por fin una explicación al mecanismo de la epilepsia

PARIS (AFP) - Unos investigadores estadounidenses han logrado explicar algo que se había constatado hace unos 80 años, es decir, que un descenso del nivel del pH en el cerebro o, lo que es lo mismo, un aumento de la acidez de los tejidos cerebrales, logra detener las crisis epilépticas.

Analizando ratones genéticamente modificados, un equipo multidisciplinar de Iowa (Estados Unidos) ha podido aplicar los conocimientos actuales en biología molecular a las constataciones hechas hace décadas, según el estudio publicado el domingo en la revista especializada Nature Neuroscience.

En la primera mitad del siglo pasado, se constató que el hecho de hacer respirar a un epiléptico dióxido de carbono, una sustancia que aumenta la acidez de los tejidos cerebrales, mitigaba las crisis.

En los años 50 se comprobó que las propias crisis reducían el nivel de pH en el cerebro.

Pero lo que permitió encontrar la llave para explicar este fenómeno ha sido una revelación sobre la presencia en el cerebro de una proteína, la ASIC1a, de la categoría de los "canales iónicos" que facilitan la difusión entre una célula y el exterior.

El estudio muestra que los ratones a los que se suprimió el gen de esta proteína tienen crisis epilépticas más intensas y de mayor duración que los que contienen el gen.

Además los que carecen de él no obtienen ningún beneficio de una bajada del nivel de pH. En cambio, aumentar el impacto de la proteína protege a los ratones de padecer crisis severas.

Los investigadores constataron que durante el comienzo de una crisis la proteína reaccionaba a un aumento de la acidez poniendo fin a la actividad epiléptica.

"La ASIC1a no parece desempeñar un papel en el detonante de la crisis, pero cuando arranca y el pH baja, para la crisis", explicó Adam Ziemann, coresponsable del estudio.

Según John Wemmie, principal responsable de la investigación, la ASIC1a parece efectivamente "activar neuronas inhibidoras".

"Una de las cosas más excitantes en nuestro estudio es que pone de relieve los importantes efectos antiepilépticos del ácido sobre el cerebro, lo que se sabía desde hace casi 100 años pero no lo comprendíamos, y que identifica el papel crucial desempeñado por la ASIC1a", apuntó Ziemann.

Los investigadores reconocieron, sin embargo, que haría falta todavía "mucho trabajo" para "traducir este descubrimiento en tratamientos".