Japón afrontaba el jueves un desafío a la hora de reducir las diferencias sobre cómo reavivar el lento crecimiento de las principales economías, en una cumbre de responsables financieros que comenzó con un acto en el que los asistentes rompieron los sellos de barriles de sake.
Los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del Grupo de los 7 países más industrializados participaban en una tradición local para comenzar celebraciones, que encajaba con la que podría ser una dividida reunión.
El ministro japonés de Finanzas, Taro Aso, indicó que las conversaciones, que comenzarán formalmente el viernes, se centrarán en política fiscal y monetaria, el sistema financiero internacional, un desarrollo sostenible y problemas como el lavado de dinero y la evasión fiscal.