A pesar de su creciente aislamiento, a lo largo de la frontera de Corea del Norte con China y Rusia se están construyendo numerosos hoteles turísticos y en las montañas siberianas abunda el carbón que espera ser transportado a Shanghai. Un mercado tipo bazar ofrece de todo, desde zapatitos para bebé alusivos al ratón Mickey hasta bolsas de kiwi desecado.
La Zona Económica Especial de Rason, un experimento capitalista limitado de Corea del Norte, tal vez no sea nada del otro mundo. Pero para los parámetros norcoreanos, es un sitio floreciente, que contrasta con la realidad diaria de un país que soporta duras sanciones de las Naciones Unidas por sus programas nucleares y de misiles de largo alcance.
Para Estados Unidos, Corea del Sur y Japón, Rason es un irritante recordatorio de que no todos están de acuerdo con suspender el comercio con Pyongyang, especialmente si se pueden obtener dividendos. Esas tres naciones encabezan las gestiones para adoptar medidas más duras contra Corea del Norte por su quinto ensayo nuclear, realizado la semana pasada y que fue el más avanzado que ha hecho hasta ahora.
Las autoridades norcoreanas a cargo de la promoción comercial admiten que las sanciones y el temor a tener problemas de imagen por hacer negocios con Corea del Norte desaceleraron significativamente la expansión de la nueva iniciativa comercial. De un promedio de una docena de inversiones anuales en los últimos cinco años se pasó a cero en el 2016.
Pero al mismo tiempo destacan que gracias sobre todo a China y Rusia, las sanciones no han representado un golpe mortal. Se cree que el producto interno bruto está creciendo ligeramente y hay algunos indicios de una mejoría en la economía. Hay más bienes disponibles, más taxis y más tráfico en las calles. También se ve más gente en los mercados, sobre todo en la capital Pyongyang.
"Cuantas más sanciones nos impongan, más determinados seremos", afirmó a la Associated Press Choe Sung Jin, funcionario a cargo de la promoción comercial, durante una visita a la remota zona comercial llevada a cabo poco antes del ensayo nuclear del viernes pasado.
Rason queda muy lejos de Pyongyang, en un rincón al noreste del país. Su zona económica combina éxitos y fracasos, los cuales pueden ser atribuidos solo en parte a las sanciones.
A diferencia de Kaesong, el complejo industrial hoy cerrado en el otro extremo del país, cerca de la Zona Desmilitarizada y que era financiado con inversiones de Corea del Sur, Ranson combina una torpe incursión en el capitalismo con técnicas de administración sacadas del ideal socialista.
Pyongyiang sabe que necesita atraer inversión extranjera para seguir a flote, desarrollando un arsenal nuclear mientras mantiene un ejército de un millón de efectivos y procura elevar el nivel de vida de sus ciudadanos. Pero no está tan desesperada por revivir su moribunda economía como para correr riesgos que puedan comprometer su status quo político.
En mayo el líder Kim Jong Un dijo en un congreso del partido que la expansión del comercio con otros países era una prioridad. Al mismo tiempo, sin embargo, conservó su programa de armas nucleares, que genera sanciones y hace que resulte más difícil ampliar el comercio.
Pero no es imposible, a juzgar por el muelle número 3 --el muelle ruso-- del puerto Rajini de Rason.
El muelle estaba desierto cuando la AP lo visitó hace tres años. En este último viaje, sin embargo, había montañas de carbón siberiano traído en un tren ruso, listo para ser cargado con destino a Rusia, China o más al sur.
Desde el 2014 funciona un ferrocarril ruso que une Rason con la localidad rusa de Khassan, en Siberia, del otro lado de la frontera. Kim Chol Ho, subdirector del puerto, asegura que desde que comenzó a funcionar el tren los cargamentos aumentan constantemente.
"Los rusos planean transportar más de un millón de toneladas de carbón este año", manifestó. "O sea, 300.000 toneladas más que el año pasado".
El atractivo de Rason es innegable para los rusos. Después de todo, les abre las puertas del mercado chino.
El transporte de carbón a través de Norcorea no está prohibido por las sanciones de la ONU y es mucho más barato llevar carbón a China a través de Rason que por otras vías.
Kim dice que no hay otros puertos tan al norte que puedan recibir barcos de 15.000 a 20.000 toneladas todo el año. En los otros puertos del lejano oriente ruso el agua se congela.
Hay otros dos puertos en la zona especial: el de Sonbong, por el que pasan 3 millones de toneladas de petróleo y otros cargamentos por año, y el de Ungsang, por el que pasan 500.000 toneladas anuales, sobre todo de madera, según estadísticas difundidas por inversionistas en el 2015.
Las autoridades afirman que la inversión extranjera en la zona asciende a más de 500 millones de dólares. Operan allí unas 250 empresas, nacionales y extranjeras. Las dos más grandes son la pesquera Suchaebong Fishery Enterprise, que procesa pescado a ser vendido en el mercado nacional y en China, y la Sonbong Garment Factory, talleres textiles donde se fabrican indumentarias que llevarán el cartel "hecho en China" y se venderán en el exterior.
La idea es que algo "made in China" es más aceptable que algo "made in North Korea".
Aproximadamente el 80% de las 100 empresas extranjeras, 21 emprendimientos conjuntos y seis oficinas de firmas extranjeras que hay en Rason son chinas. También hay de Tailandia, Japón, Dominica, Hong Kong, Italia y Rusia. Choe aseguró que hay asimismo algunos empresarios estadounidenses, que no identificó. Eso no fue posible confirmarlo.
Choe dijo que en los últimos cinco años abrieron unas 70 empresas extranjeras y este año ninguna, con motive de las sanciones adoptadas después de un ensayo nuclear de enero. Al mes siguiente los norcoreanos pusieron un satélite en órbita.
Otras muestras de debilidad económica datan de antes de las sanciones. Como ocurre con frecuencia con los proyectos de gran escala de Corea del Norte, no se nota actividad alguna en la Sungri Chemical Factory, una refinería de petróleo construida en 1973 por el abuelo de Kim Jong Un, el fundador del país y "presidente eterno" Kim Il Sung. Es una dos refinerías que hay en el país y se cree que está inactiva desde hace años.
A pesar de todo, da la impresión de que el nivel de vida mejora levemente. Rason tiene uno de los mercados libres más grandes y mejor surtidos de Corea del Norte y un nuevo gimnasio público. Se están construyendo un sitio para actividades extracurriculares de los niños y numerosos hoteles, además de una zona residencial que, para los niveles norcoreanos, es bastante apetecible.
"Tenemos un baño adentro de la casa", cuenta jubilosa Rae In Hae, un ama de casa de 54 años. "Y también un pequeño jardín para cultivar vegetales".
FUENTE: AP