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Las lágrimas de Isabel II ante el "nostálgico" regalo de Barack Obama

El expresidente de Estados Unidos obsequió a la soberana con varios artículos ligados a la última visita de su padre, el rey Jorge VI, al continente americano, así como con un broche que la monarca ha lucido ya en numerosas ocasiones

Es poco frecuente, por no decir casi imposible, ver a la reina Isabel II desplegando emociones en público al margen de alguna que otra sonrisa de cortesía y un saludo con la mano para contentar a las masas, pero lo cierto es que la soberana británica, de 94 años, se habría emocionado profundamente, hasta el punto de derramar varias lágrimas, durante uno de sus encuentros de estado con el expresidente de Estados Unidos Barack Obama.

Como ha revelado ahora un miembro muy significativo del antiguo gabinete del mandatario, a la monarca le hizo especial ilusión que, durante una recepción en el palacio de Buckingham en 2011, Obama y su esposa Michelle le agasajaran con una colección de fotos y textos relativa a la última visita de su padre, el rey Jorge VI, al continente americano: un gesto muy considerado que conmovió visiblemente a Isabel II y la dejó "abrumada".

"Queríamos asegurarnos de que la visita reforzaría ese vínculo tan especial que existe entre nuestro país y el Reino Unido, de forma particular con Su Majestad. El presidente y la primera dama siempre le han tenido mucho cariño, y cuando se enteraron de que mantenía una relación muy estrecha con su padre y de que coleccionaba todo lo que tuviera algo que ver con él, supimos que habíamos encontrado un regalo perfecto para ella", ha explicado a la revista People Capricia Penavic Marshall, quien fuera jefa de protocolo de la Casa Blanca durante el mandato del demócrata.

Asimismo, el matrimonio Obama obsequió a la reina con un llamativo broche floral que, desde entonces, ha engalanado con frecuencia los atuendos que la jefa de estado ha lucido en ocasiones muy relevantes, incluida esa polémica estancia del ahora mandatario Donald Trump en el Reino Unido durante el verano de 2019.

"Creo que lo hizo para tener un gesto con el país al que acogía en su casa, porque no deja de ser una pieza que representa un regalo presidencial, un símbolo de la unidad entre las dos naciones. Creo que la reina siempre ha tenido la capacidad de intensificar el mensaje que proyecta con estos objetos, de crear lazos más fuertes. Pero ella es la única que en realidad sabe por qué quiso ponérselo ese día", ha añadido Penavic Marshall en su reveladora conversación.

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