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Tras confusión en Portugal, España ve elecciones inciertas

Los portugueses vivieron hace poco 50 días de drama político, en los que el partido que había perdido las elecciones generales de octubre se las arregló para formar alianzas antes que el grupo más votado y tomar el control del país.

En la vecina España, es probable que las elecciones del domingo supongan el fin del bipartidismo y las posibles permutaciones poselectorales complicaban las predicciones sobre el futuro de la quinta economía más grande de la Unión Europea. También España podría terminar con lo que algunos llaman una "coalición de perdedores" en el poder.

"Nunca había pasado", dijo Carlos Barrera, analista político en la Universidad española de Navarra.

A continuación, detalles sobre cómo se forman los gobiernos en la península Ibérica.

En la noche del 4 de octubre, Portugal bullía con la especulación sobre si el líder socialista Antonio Costa renunciaría al cargo tras la derrota de su partido ese día en las elecciones generales.

Un mes más tarde se convirtió en el primer ministro del país.

Los socialistas de Costa lograron en torno al 32% de los votos, pero se impusieron a su principal rival, el gobierno saliente de centroderecha, que había ganado los comicios con un 38% de los votos, al crear una alianza sin precedentes de partidos de izquierdas cuyo denominador común fue el compromiso de que desmantelarían las medidas de austeridad. Esos partidos unieron sus votos en el Parlamento para conseguir una mayoría y derrocar al gobierno.

Eso puso al presidente de Portugal en un compromiso. Aunque el jefe de Estado no tiene poder ejecutivo, el presidente tiene derecho a elegir —teniendo en cuenta los resultados de las elecciones— a qué partido encarga formar gobierno El partido elegido debe ganar un voto de confianza en el Parlamento antes de empezar a trabajar.

El presidente Anibal Cavaco Silva, consciente de que la endeudada Portugal sigue recuperándose de su rescate de 78.000 millones de euros (85.000 millones de euros) en 2011, tuvo reparos ante la alianza antiausteridad. Pero su única opción alternativa era instalar un gobierno interino que nadie quería.

Durante el último año se ha disparado el apoyo por los dos nuevos partidos que desafían a las dos grandes formaciones tradicionales españolas, lo que ha hecho de las elecciones de esta semana las más ajustadas de la historia reciente.

Eso podría suponer una sorpresa desagradable para el partido más votado si, como ocurrió en Portugal, una victoria por poca distancia deja al ganador a merced de una coalición de sus rivales derrotados.

Los últimos sondeos de opinión sitúan al conservador Partido Popular y el tradicional opositor Partido Socialista casi igualados con el recién llegado Ciudadanos. El izquierdista radical Podemos está un poco más atrás, pero podría convertirse en el socio decisivo.

No se espera que ningún partido reúna votos suficientes para obtener la mayoría absoluta de 176 legisladores en el Congreso de 350 escaños. Eso probablemente dé lugar a un tenso periodo de regateo en el que los partidos negocien para crear un gobierno con suficientes parlamentarios como para aplicar sus políticas sin concesiones a sus rivales.

"La formación de gobierno va a ser complicada, como en el caso de Portugal", dijo Antonio Barroso, analista en Londres de la consultora de riesgo político Teneo Intelligence. "Está claro que ningún partido tendrá una mayoría absoluta, así que la cuestión clave es, ¿qué es lo que tienen?".

Después de las elecciones, el rey Felipe VI se verá en el centro de las miradas.

El monarca se reúne con los líderes de todos los partidos que logran escaños en el Parlamento. Después, el artículo 99 de la Constitución indica que debe nominar a uno de ellos para que forme gobierno.

Pero el líder nominado debe ganar un voto de confianza en el Parlamento para ser investido presidente.

En la primera votación, el candidato necesita más del 50% de los 350 escaños para formar un gobierno. Si no lo consigue, necesita más votos a favor que en contra en una segunda sesión 48 horas más tarde. Ese es un sistema más laxo que permite a los partidos abstenerse para permitir que un rival llegue al poder a cambio de concesiones. Si sigue habiendo tablas después de dos meses, el monarca convoca nuevas elecciones.

En el pasado, el rey simplemente ha nominado al candidato más votado como presidente. Pero como señaló Barrera, el experto de la Universidad de Navarra, "eso no está escrito en ninguna parte. Es sólo una costumbre".

El rey tiene que considerar qué partido tiene una posibilidad real de ganar el voto de investidura y formar un gobierno estable. Felipe determinará ese aspecto cuando se reúna con los partidos. No sería ilegal ni inconstitucional que se forme una alianza entre el segundo y tercer partido más votado para lograr la candidatura, señaló Barrera. El caso se ha dado con frecuencia en las elecciones locales y regionales españolas, pero nunca en unas elecciones generales. España nunca ha sido gobernada por una coalición, aunque sí por partidos que llegaron a pactos de gobierno con otras formaciones.

Según los últimos sondeos, destacan varias posibilidades e imposibilidades.

Ciudadanos, un partido que defiende fomentar la actividad empresarial, podría llegar a un acuerdo con el Partido Popular, pero una de las condiciones del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, es que el actual presidente, Mariano Rajoy, no se quede en una segunda legislatura.

Los socialistas no están dispuestos a considerar una gran coalición con el Partido Popular, pero también podrían unir fuerzas con Ciudadanos, pese a que Rivera no quiere formar una coalición en la que sea el socio menor.

Los socialistas podrían aliarse con Podemos, pero el partido radical ha descartado una coalición con los socialistas si Podemos tiene menos votos. Ciudadanos y Podemos tienen ideologías contrapuestas y es muy improbable que unan fuerzas con los socialistas.