Los hongkoneses votaron el domingo, en las elecciones más importantes del enclave desde que pasó de estar gobernado por Gran Bretaña para convertirse en una ciudad china bajo administración especial en 1997. El resultado de las elecciones podría abrir camino a una nueva ronda de enfrentamientos políticos por el control de Beijing sobre la ciudad.
Los comicios para elegir a los miembros del Consejo Legislativo eran una prueba de unidad para el bando prodemocrático hongkonés tras la llegada de una nueva generación de activistas radicales, aparecida tras las protestas callejeras a favor de la democracia de 2014.
Esos activistas esperan aprovechar una tendencia de sentimiento en contra de China para desafiar los formidables recursos de sus rivales proBeijing. Muchos de los recién llegados apoyan la antes impensable idea de que Hong Kong se independice, lo que ha producido divisiones en el movimiento prodemocrático.
El mes pasado, las autoridades descalificaron a seis candidatos proindependencia en un intento de sofocar el debate, aunque otros candidatos con posturas similares lograron presentarse.
Los hongkoneses sienten que les quedan pocas alternativas para negociar en su lucha por conseguir una democracia genuina, ante una postura cada vez más rígida de Beijing.
"Es triste, pero creo que si China no nos deja hacer lo que queremos, creo que la única manera es luchar por la independencia", dijo Aron Yen, un profesor universitario de 34 años, que estaba en fila con unas 100 personas para votar.
"No se puede negociar con alguien que no cumple su promesa", dijo Yuen. El profesor tenía previsto votar por Nathan Law, de 23 años, que junto con el activista adolescente Joshua Wong jugó un papel clave liderando las protestas de 2014. Su partido, Demosisto, reclama un referendo sobre la "autodeterminación" en el futuro de Hong Kong.
En juego está el poder para mantener a raya al impopular líder local respaldado por Beijing, Leung Chun-ying, y a su gobierno. Los legisladores pro democráticos controlan ahora 27 de los 70 escaños, frente a los 43 ostentados por legisladores afines a Beijing. Los demócratas aspiran a hacerse al menos con un tercio de los puestos, lo que les daría capacidad de veto para bloquear intentos del gobierno de aprobar leyes impopulares como la polémica reforma electoral instigada por Beijing que provocó las protestas de 2014.
El riesgo es que el voto prodemocrático se vea dividido, lo que permitiría a los candidatos partidarios de Beijing controlar más escaños y eliminar un gran obstáculo para las propuestas del gobierno, lo que a su vez podría desencadenar otra ronda de confrontaciones políticas.