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"Ida", el destino de una joven novicia que ignoraba su origen judío

"Ida", que dio a Polonia su primer Óscar a la mejor película de habla no inglesa, narra en riguroso blanco y negro la historia de una joven judía cuyos padres fueron asesinados por polacos y que creció en un convento en la Polonia comunista.

Con este relato intimista, el director Pawel Pawlikowski aborda dos dolorosos tabúes que pesan desde hace décadas en las relaciones entre judíos y polacos. Esta audacia le valió críticas tanto de la derecha nacionalista como de la izquierda en su país natal.

El primer tabú son los asesinatos de numerosos judíos a manos de campesinos polacos a los cuales habían pedido refugio. Estos asesinatos, que a menudo quedaron impunes, fueron borrados de la memoria colectiva durante el régimen comunista.

El segundo es el papel desempeñado por los comunistas judíos en los servicios de seguridad y en el aparato judicial, algunos de los cuales mataron o propiciaron la muerte de opositores anticomunistas, algo que también quedó oculto durante décadas.

Ida vivió en un convento desde que quedó huérfana de niña. Antes de profesar sus votos, la madre superiora le pide a la joven novicia que salga al mundo exterior para conocer su pasado.

La joven (Agata Trzebuchowska) se reencuentra así con su única pariente, su tía Wanda (Agata Kulesza), una fiscal comunista desencantada, hedonista y suicida que participó en la represión estalinista.

Ida se va con ella al campo para ver la granja y conocer al campesino católico que mató a sus padres y los enterró en el bosque.

La película no busca saldar cuentas con la historia. Pero una organización llamada "Desconfía de la Buena Reputación - Liga Polaca contra la Difamación" lanzó una petición firmada por casi 50.000 personas en internet, según sus promotores.

Esta organización afirma que "Ida" puede dar a los espectadores extranjeros la impresión de que los polacos colaboraron activamente en el Holocausto.

En los círculos de izquierda intelectuales polacos la película fue criticada por otros motivos. Algunos vieron en ella "estereotipos antisemitas" y un intento de "cristianizar el Holocausto", como dijo la universitaria Agnieszka Graff en la web Krytyka Polityczna.

Estas críticas no impidieron que la película estrenada en octubre de 2013 se abriera un camino en la taquilla con medio millón de entradas vendidas en Francia y Estados Unidos, y con varios premios ganados en los festivales de Toronto, Riga, Londres, Minsk y Gijón (España), además del BAFTA británico a mejor cinta de lengua no inglesa.

Su director, nacido en Varsovia en 1957, abandonó Polonia a los 14 años y tras vivir en varios países europeos regresó a su ciudad natal.

Autor de varios documentales desde los años 1990, en 1998 rodó su primera película de ficción, "The Stringer", una historia de amor ambientada en Moscú.

Interrogado por la web deadline.com sobre las críticas contra "Ida" en su propio país, el director defendió la universalidad de su obra.

"Quise hacer una película muy concreta y al mismo tiempo universal y poética. Los espectadores en Brasil, en España o en Finlandia responden porque trasciende el tiempo y el lugar donde transcurre. Y no porque reciban una lección sobre los matices de la historia polaca", dijo.

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