WASHINGTON (AP). John James Audubon se prometió encontrar y pintar todas las aves de América del Norte para una eventual publicación. Hoy, 200 años después, la sociedad nacional que lleva su nombre tiene cada vez más dificultades de verlas con la facilidad que maravillaron al ornitólogo franco-estadounidense.
La razón: están desapareciendo.
Algunas de las más graves amenazas incluyen la pérdida directa o degradación de su hábitat por su conversión para usos humanos, escasez de alimentos, mortalidad cerca de centros poblados, calentamiento global, expansión urbana, intensificación de la agricultura e invasión de otras especies depredadoras como roedores y hormigas.
"La tendencia es alarmante en toda Norteamérica", dijo G. Thomas Bancroft, científico jefe de la Sociedad Nacional Audubon ante un panel legislativo esta semana. "Sabemos que hay especies raras y en peligro, pero la mayoría de nosotros sólo pensamos en las aves comunes que vemos con frecuencia en nuestros patios y jardines públicos y las creemos invulnerables".
Audubon pintó en su tamaño natural 497 de los más de 700 tipos de aves que existen solamente en Estados Unidos. Pero un centenar de las especies más comunes han declinado severamente en número en los últimos 40 años: en 20 casos la población ha descendido en más del 50%, según la Sociedad.
Bancroft explicó que del total de especies en la nación, más de la mitad (370) son aves comunes (con población mayor de 500.000 y en un área mayor de 1 millón de kilómetros cuadrados). De ellos, 119 han perdido por lo menos el 20% de su población desde los años 60, y en 159 especies la población se mantiene estable o está en crecimiento.
En el resto, se desconoce si la tendencia es al decaimiento, estabilidad o crecimiento, pues resulta difícil medir su estatus, declaró Bancroft al presentarse el jueves ante el subcomité de pesca, vida silvestre y océanos de la Cámara de Representantes, en una audiencia que tuvo un nombre llamativo: "Se van, se van ¿se fueron?: Evaluación de una declinación global en la población de las aves".
Muchas de las 20 especies que han perdido más de la mitad de su población prefieren hábitats de campo abierto o de arbustos. Entre ellas se incluyen especies como la codorniz de rabo blanco, sabanero oriental, alcaudón, pinzón de las nieves y cuatro especies de gorriones: de pico rosado, de sabana, de desierto y el paserino, según Bancroft.
Calificó el caso de la codorniz de rabo blanco como el más notable. En los últimos 40 años su población ha decrecido en más del 80%, al pasar de más de 30 millones de aves a 6 millones en un rango que incluye Nebraska, Wisconsin, Ontario, Massachusetts, la Florida, México y Guatemala.
David Erickson, director adjunto del Departamento de Conservación del estado de Misurí, dijo en la misma audiencia que 341 de las especies clasificadas en Estados Unidos son aves migrantes "neotrópicas" (cerca del Artico y cerca de lo tropical) que se reproducen en Estados Unidos y Canadá y migran en el invierno hacia Latinoamérica y el Caribe.
Más del 43% de esas especies han experimentado una reducción sistemática de su población desde que empezó el seguimiento estadístico en 1966. Setenta y una de ellas están en la lista de observación y seguimiento de 2007 de la Sociedad Audubon y la Conservación Estadounidense de Aves.
Dale D. Humburg, biólogo principal de Ducks Unlimited, un grupo privado conservacionista de patos, gansos y cisnes, dijo que entre las especies en crisis figuran varios tipos de patos, algunos de los cuales migran hasta México y países centroamericanos.
La población del pato negro ha declinado en un 60% en algunas áreas tradicionales de Estados Unidos como el noreste; la del pato de cabeza verde, que se reproduce en regiones boreales occidentales del Canadá, ha descendido de 6,3 millones en los 70 a menos de 4 millones en esta década, y han corrido igual suerte el pato de mar, el pato de cola larga y el pato moteado que tiene como hábitat preferido la costa del Golfo de México, agregó.
La vista legislativa ha sido parte de un proceso de revisión de la llamada ley de especies en riesgo, que fue aprobada en 1973 durante el gobierno de Richard Nixon y que ha permitido preservar para generaciones futuras especies como el manatí, el oso gris y el águila calva, así como movilizar esfuerzos desde México a Argentina para la protección de animales, plantas y sus hábitats.