Nada más entrar en la galería neoyorquina se ve el símbolo de un hombre y una papelera que insta a los ciudadanos a recoger su basura con la leyenda "Salva el planeta". Pero el residuo que arroja el personaje es un bebé, y el dibujo solo una muestra del humor negro del ilustrador Joan Cornellà.
"Keep it Real", que podría traducirse por "sé honesto", es la segunda exposición de Cornellà (Barcelona, 1981) en la Gran Manzana y, con apenas 25 piezas, traslada a la GR Gallery del barrio chino el mundo macabro del artista.
En ella, el surrealismo del catalán se convierte en crítica social y los impulsos humanos más oscuros se esconden detrás de una sonrisa, la misma, en todos sus personajes.
"Abrazos gratis" dice la camiseta del protagonista de una de las tiras cómicas, que es manco de ambos brazos. "Estúpidos", se lee en el corazón que forman las manos de una acaramelada pareja, que miran al frente desde el lienzo como si el espectador fuera el objetivo de una cámara.
En otro cuadro, un hombre ofrece un regalo a una mujer, pero la leyenda desvela su contenido: "Vacío como nuestras vidas".
El estilo del catalán es sencillo, colorido e incluso inocente, lo que refuerza el duro contenido de las obras que ejecuta pero que conquista a sus seguidores: cuenta con casi 5 millones de "me gusta" en Facebook y más de 2 millones en Instagram.
Una mujer, como recién salida de Instagram, posa mirando al espectador desde dentro del cuadro mientras se toma el vientre hinchado con cariño. Parece estar embarazada, pero un escrito en su barriga revela la verdad de su sonrisa: "Estoy llena de mierda".
"Es un arte muy político, muy político", coincide uno de los asistentes cuando le pregunta Efe. "Aunque, bueno, todo el arte es político. ¿No?", se cuestiona.
Bajo la pátina de la ironía y los colores saturados, el viñetista aborda temas globales -sus obras causan sensación en Asia y ha colaborado con medios como El Periódico de Cataluña y The New York Times- y otros que atañen de manera especial a Estados Unidos.
Una de las obras más destacadas muestra a un bebé recién nacido que, segundos después de llegar al mundo, pasea con su madre todavía sujeto a ella por el cordón umbilical. El rostro del niño se ensombrece cuando en un televisor descubre la cara sonriente de Donald Trump y, ante la posibilidad de vivir en un mundo con gente como el mandatario, el niño decide volver al vientre materno.
En otra de sus tiras carga contra el racismo: un hombre mata a una anciana, blanca, y para ocultar su crimen decide pintar a la mujer como si fuera negra. Un policía llega y detiene a la fallecida, con una escena final en la que tanto el policía como el asesino sonríen abiertamente a los espectadores.
"Todos nosotros damos asco. En mis cómics, los personajes son como de plástico y siempre tienen una gran sonrisa aunque les ocurran cosas horribles constantemente. Todo es exagerado, pero ciertos comportamientos se pueden relacionar con la vida real", sostiene el artista citado por la Galería, ya que rara vez concede entrevistas.
Para Cornellà no hay límites en la manera de tratar sus temas que en muchas ocasiones son meros reflejos de nuestras rutinas diarias que, a riesgo de ofender a mucha gente en una época en la que las redes sociales arden con la última polémica, nos pone cara a cara con nuestra parte más oscura.
La exposición, abierta desde este fin de semana hasta el 26 de mayo, forma parte de una residencia del artista en Nueva York y a las 25 obras seleccionadas se le sumarán una serie de pinturas concebidas y ejecutadas en la ciudad.
FUENTE: EFE