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En Marruecos, los objetivos climáticos pasan por la criba de residuos

En Marruecos, miles de personas andan por las calles tirando de carretillas cargadas de botellas de plástico o rebuscando en los vertederos salvajes. Ahora, el éxito de una cooperativa podría cambiar la tradicional mala imagen del gremio, muy valioso a nivel medioambiental.

Y es que este sector informal puede ayudar mucho al país a cumplir con su ambicioso objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 13% de aquí a 2020.

A su modesto nivel, estos traperos, apodados 'mijala' (un término peyorativo en árabe marroquí), criban y reciclan basura en un país en el que no existe esta práctica a nivel de consumidores.

Con el ánimo de ofrecer mejores condiciones de trabajo a la gente pobre que se dedica a esta tarea y promover un proyecto ecológico, se creó la cooperativa Attawafoq, dedicada a tratar residuos en un vertedero al sur de Rabat.

Su presidente, Yassin Mazut, de 31 años, insiste en que los trabajadores deben gozar al fin de "respeto", ya que "desempeñan un papel importante en nuestras vidas desde un punto de vista medioambiental y económico".

Para empezar porque al reciclar, compensan las fallas de la legislación, evitándole un coste suplementario al erario público.

"Y si no lo hicieran, el país gastaría más en importar materias primas", como cartón o plástico, asegura Mazut.

Según estadísticas del ministerio marroquí de Medio Ambiente, los desechos domésticos, que en este país son orgánicos en un 70%, generan el 18% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de Marruecos.

En la cooperativa Attawafoq, "somos todos iguales, tenemos el mismo salarios de 2.500 dirham al mes", unos 230 euros, explica a la AFP Yassin Mazut.

"En el antiguo vertedero ilegal, el fuerte aplastaba al débil", explica este licenciado en historia, que tuvo que dedicarse a recoger basura tras la muerte de su padre para financiar sus estudios.

Cuatro años después de su creación con la ayuda del Banco Mundial, la cooperativa da trabajo a cerca de 150 personas. Por primera vez ha obtenido un beneficio, que será repartido entre los miembros a final de año y servirá también para aumentar el capital.

"Nuestra situación ha mejorado, tenemos seguridad social y nuestros ingresos nos ayudan a hacer vivir a nuestras familias", cuenta Najat, de 51 años, que lleva 18 trabajando con la basura.

Attawafoq se ha convertido en un importante eslabón de la cadena de criba y valorización de residuos del centro de soterramiento técnico de Oum Azza, una instalación pionera en Marruecos, donde hay 220 vertederos ilegales.

Allí, los trabajadores "están muy bien organizados", estima Gérard Prenant, director general del grupo Pizzorno Environnement, que gestiona este centro técnico.

"Nos hemos dado cuenta de que son verdaderos profesionales del tratamiento (de residuos) y estamos muy contentos de tenerlos en nuestras instalaciones".

Concretamente, los miembros de la cooperativa ya no tienen que recorrer las calles en medio de la noche, arrastrando durante kilómetros su carretilla, ni pasar horas y horas trabajando en los vertederos ilegales bajo el sol y la lluvia.

Ahora trabajan en un edificio cubierto, y criban con sus manos gran parte de las 2.000 toneladas diarias de residuos que recibe el CET de Oum Azza. Pizzorno Environnement ha invertido en las instalaciones 650.000 euros.

La cooperativa ha ofrecido un estatuto mejor a una gente a la que todavía se ve como "ladrones" de basura, asegura Yassin Mazut, quien espera que esta iniciativa social y ecológica sirva de ejemplo en Marruecos. El país acogerá en principio la Conferencia sobre el Clima de 2016 (COP-22).

El ministerio de Medio Ambiente ha financiado junto con varios municipios 16 centros similares a Attawafoq, según Lubna El Abed, una funcionaria ministerial. El objetivo de Marruecos, según precisa, es eliminar todos sus vertederos ilegales de aquí a 2020.