WASHINGTON (AP). Con sus esfuerzos frustrados en el Congreso, las empresas automotrices dependen de una Casa Blanca renuente para que les lance un salvavidas multimillonario a fin de evitar un desplome inminente.
La presidencia ha dicho que estudiará la posibilidad de usar el fondo de rescate del sistema financiero para impedir el derrumbre de la industria automotriz.
"El estado debilitado de la economía es tal que no soportaría un puñetazo violento como sería una bancarrota en desorden de la industria automotriz", dijo la secretaria de prensa presidencial Dana Perino.
El fondo de rescate de Wall Street es una de las escasas opciones que restan para General Motors Corp. y Chrysler LLC, que han dicho que se les agotarán los fondos en pocas semanas, después de la resonante derrota en el Senado de un plan de rescate por 14,000 millones de dólares para la industria automotriz nacional.
Su derrota el jueves por la noche suscitó llamados inmediatos de legisladores de ambos partidos para que el gobierno apele al rescate por 700,000 millones de dólares de Wall Street a fin de salvar la moribunda industria. El proyecto no fue aprobado debido a la negativa del sindicato de trabajadores a aceptar demandas republicanas de fuertes reducciones salariales.
El Senado rechazó el plan por 52-35 después que fracasaron las conversaciones.
El líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, dijo que la reacción de Wall Street "no va a ser agradable".
Por cierto, las bolsas en Asia y Europa cayeron fuertemente el viernes después de enterarse del fracaso del plan, y los mercados estadounidenses apuntaban a la baja. El índice bursátil Dow Jones perdía más de 200 puntos.
El gobierno de George W. Bush ha insistido en que el rescate de Wall Street no debe usarse para ayudar a las automotrices porque se destinó a restablecer la estabilidad del sector financiero. Después de la votación, la Casa Blanca dijo que estudiaba sus opciones.
"Debido al colosal fracaso del Senado nacional, ahora les toca el turno al presidente y el secretario del tesoro", dijo el alcalde de Lansing, Michigan, Virg Bernero a la CBS el viernes. "Los trabajadores estadounidenses apreciarán que el presidente intervenga y nos salve del precipicio".