Pippa Middleton (33) sobrelleva de la mejor manera posible la atención mediática que la persigue desde hace años por ser la hermana de la duquesa de Cambridge y la cuñada del príncipe Guillermo, una vida que no ha dejado de generar debate en el seno de la opinión pública y a la que su prometido, el millonario James Matthews (41), todavía no se ha acostumbrado.
"Llevo unos cuantos años ya sometida al ojo público y he conseguido hacer oídos sordos a lo que se comenta sobre mí. Pero gestionar todo esto por mí misma ha sido bastante duro. Se me han venido encima muchas cosas, por ejemplo, ser perseguida por cámaras que aparecen de repente saliendo detrás de los coches. Puede llegar a ponerte muy nerviosa. Siempre hay [alguna noticia] que sale de la nada y tengo que arreglar yo el problema. Para James ha sido toda una revelación, hemos tenido que superar unos cuantos obstáculos juntos", confiesa al periódico Daily Mail.
Sin embargo, la gran expectación que genera la pareja -que anunció su compromiso el pasado julio- no ha sido obstáculo para que ambos puedan sacar el máximo partido a su tiempo libre y a sus muchas aficiones compartidas, como demostraron con sus recientes visitas a Wimbledon y a varias estaciones de esquí, algo que en ocasiones termina por "agotar" a sus seres queridos.
"Creo que James y yo compartimos un mismo espíritu. Los dos somos muy competitivos. Hemos tenido unas cuantas aventuras juntos. Tenemos mucho en común y eso ayuda. No creo que funcionara si tuviera un mueble como compañero sentimental. Creo que acabamos agotando a la mayoría de la gente", explica.
Pippa y James pasarán por el altar el año que viene, pero la hermana de Catalina de Cambridge optará finalmente por un clásico vestido de novia, en vez de por el uniforme de tenis con el que soñaba vestir en el día de su boda cuando era solo una niña.
"No, esa fue una etapa que atravesé cuando era pequeña y tenía una especie de relación de amor odio con los vestidos. No me gustaban mucho cuando tenía ocho años", asegura en la misma entrevista.