BRASILIA (AFP). Las temperaturas en la Amazonía y el nordeste brasileño sufrirán un aumento de hasta 2 grados centígrados y una reducción de las lluvias de entre 5 y 10% entre el año 2010 y el 2040, revela un estudio del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) divulgado en Brasil.
Entre el 2041 y el 2070, la reducción de las lluvias debe alcanzar de 10 a 20% y el aumento de temperaturas puede llegar a 4 grados, según el estudio realizado en asociación con la minera Vale en los estados de Pará (norte-amazónico) y Maranhao (nordeste).
"En resumen, el informe muestra que el clima de la región se tornará cada vez más caliente y seco", informó el INPE, que en 2007 ya divulgó un primer estudio en el que advertía del peligro de savanización de la Amazonía.
El INPE prevé dos escenarios para el final del siglo, entre 2071 y 2100: uno primero más pesimista, con alta concentración de emisiones de gases con efecto invernadero, que llevaría a un aumento de la temperatura de hasta 7 grados centígrados, y uno más benigno, considerando el cumplimiento de las metas del protocolo de Kyoto, con aumento de la temperatura de hasta 4 grados.
"Esos resultados llevan a concluir que el área de estudio presenta una vulnerablidad climática muy alta (...) consistente con un clima futuro más seco que el actual, con algunas áreas recibiendo lluvias intensas concentradas en períodos cortos, seguidos de largos períodos sin lluvias y con altas temperaturas diurnas y nocturnas", revelan los investigadores del INPE.
"Los extremos serán más frecuentes", dijo al diario O Globo el especialista del INPE Carlos Nobre. Este advirtió que eso añade "un estrés ambiental más al ya grave escenario de incendios de la región".
El estudio es una aplicación concreta para Brasil de la metodología que rigió las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
El gobierno estima que la deforestación del último año, terminado en julio, sumará unos 12,000 km2 de selva devastada, contra 11,224 km2 del pasado año. Brasil es el cuarto mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero y la deforestación provoca 75% de sus emisiones.